“La palabra también es para jugar”, Maité Dautant

Con Maité Dautant conversamos dos horas sobre libros para niños. Hablar con ella es tener una clase magistral de literatura infantil y tradición oral. Sobre todo, es un gusto poder escuchar a una académica e investigadora ser tan generosa con su conocimiento y experiencia.

Actualmente es profesora de Lengua de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela, es investigadora en literatura infantil, promotora de lectura, especialista en tradición oral y además fue gerente de documentación e información del Banco del Libro de Venezuela.

Nos reunimos para hablar de un libro que leí cuando tenía ocho años, ¡No se aburra! Recuerdo reírme a carcajadas y reconocer en los refranes y adivinanzas muchas de las enseñanzas que mi papá repetía cuando era pequeña. Hace poco, la editorial Cataplum Libros reeditó el libro en una versión muy bella que no pueden dejar de leer y compartir.

Los libros de Cataplum pueden encontrarlos en las librerías de la Asociación Colombiana de Libreros Independientes (ACLI) como Mr.Fox, Babel y Garabato.

Este libro la reeditó Cataplum Libros.

¿El libro álbum es un género en construcción?

Diría que es un género en transformación, va mutando y adaptándose a distintos públicos como a distintos intereses. Su familiaridad con la novela gráfica y con otro tipo de libros, que son más del mundo de adultos, hace que se genere una cierta familiaridad que se sale del mundo exclusivo de los niños. Además, creo que va cambiando según las tendencias de la ilustración, según los estilos que desarrollen los autores y los intereses del público.

Entonces, ¿Hay literatura para niños o para todos?

Pienso que hay una literatura creada para un público específico. Ciertamente, si es literatura y está construida con la intención de propiciar una experiencia estética que deje una resonancia en el lector infantil, puede funcionar perfectamente para el adulto. Pero, indiscutiblemente, el público infantil tiene unos referentes, una visión, un conocimiento del mundo distinto. Las franjas de edades que manejan las editoriales no son simplemente un capricho o una manera de organizar su trabajo para el plan lector, sino una conciencia de que la formación de un lector es un proceso y cada uno está en un punto distinto de su propio proceso.

¿Cuáles deberían ser esos elementos que debe tener un libro para niños?

Algunos de esos elementos son el tema, el enfoque del tema, el tipo de personaje, la perspectiva del narrador y la perspectiva de los personajes. A partir de los diálogos, por ejemplo, puedes observar y notar si pueden ser comprendidos por niños de cierta edad. Por supuesto, esto no implica que no haya un reto para el lector en algún momento. Pero sí tienen que estar presentes unos mínimos elementos conocidos para que el niño se atreva a entrar en ese libro y esté cómodo allí.

Y es importante tener en cuenta que el libro como objeto cultural no es producto de una sola persona, porque no es el autor que tuvo una idea genial y creó una historia maravillosa, contundente y estremecedora. Ese es apenas el punto de partida del libro. Tras bambalinas está el ilustrador, el director de arte y en medio de todo un editor. Por eso, hace falta que los editores tengan formación, conozcan de literatura, de literatura para niños en particularm, y que además conozcan de niños.

Con esto te refieres también a la sensibilidad para hacer estos productos editoriales…

Sí. El editor debería saber cuáles son los intereses de la generación con la que está trabajando, pero además conocer qué hay en el mercado, qué se está ofreciendo y qué puede ofrecer de diferente o de novedoso. Porque parte del trabajo editorial es propiciar el acercamiento a la literatura, propiciar el gusto por la lectura, no solamente producir un libro que se va a vender. Una editorial ofrece a una persona en etapa infantil la posibilidad de experimentar la literatura y aproximarse a una historia interesante. El verdadero editor tiene un trabajo complejo, de hilar fino como conciliar un texto con un ilustrador, diseñador, con un director de arte para que ese trabajo en su conjunto genere una obra artística.

En ese sentido, ¿cómo entra el adulto mediador a determinar qué tema es para niños y cuál no lo es?

Yo no creo que haya un tema que no se pueda abordar con los niños, el asunto es cómo se aborda y cuál es el enfoque que le das. Conozco diferentes textos sobre guerra, violencia o muerte y la diferencia está en cómo y en qué se dice de eso. Porque esa es una realidad y la literatura habla sobre la realidad. Por ejemplo, no creo que sea necesario que en un libro para niños de siete años tenga que hablar de la violencia o de la muerte con crudeza, porque después de todo la literatura es arte, no es una crónica y tampoco un periódico. La misión es usar el lenguaje para aproximarse a las grandes experiencias humanas desde la función poética de la lengua. Entonces si hablas de las cosas con naturalidad, con humor y realmente creando literatura el lenguaje genera un efecto y una resonancia en ese lector.

¿Cómo juega en esa elección de temas el autor?

Hay autores que escriben conscientemente para niños, pero hay otros que simplemente escriben cosas que pueden interesarle a los niños. En cualquier caso, el que escribe tiene en mente un interlocutor ideal, aunque sea de manera inconsciente, y ese interlocutor le está proponiendo una mirada sobre la realidad a través del arte. En el caso de los autores de libros para niños considero tienen toda la libertad de escoger el tema que sea.

El problema viene cuando hay un adulto mediador que no es lo suficientemente flexible, que tiene prejuicios, temores y no se atreve a dejar el libro al alcance. Si un padre o adulto tiene un prejuicio le va a costar ofrecer una lectura, pero puede dejarlo al alcance del niño para no cerrarle el paso.

Cuéntame más sobre ese paso que los mediadores cierran al libro y quizás no se dan cuenta.

Algunos padres, maestros y bibliotecarios tienen terror a ciertos temas, cosas que piensan que son nocivas y entonces cierran el paso a los niños. Por ejemplo, las listas de libros prohibidos en bibliotecas estadounidenses son lamentables. ¿Por qué vas a censurar un libro porque el niño está desnudo en la portada? ¿Acaso están representando una cosa que no es? O ¿están promoviendo algo más? La respuesta es: no están promoviendo nada.

¿Y qué pasa con algunos títulos que no “deberían” ofrecerse y sí están en la biblioteca?

Si el título en discusión está mal escrito, promueve prejuicios, el maltrato a los diferentes, ahí si debo tener cuidado. Si es un libro que no aporta ni me está ofreciendo una experiencia literaria entonces prestaría atención. El asunto es que los adultos tienen miedo a ciertas cosas y piensan que no es tiempo de hablar de algunos temas y no quieren tener que atender las preguntas que vayan a hacer los niños. El libro en sí mismo no es cómodo, está hecho para incomodar.

A veces hay interpretaciones que no son más que lecturas personales de una obra y marcan al libro.  Los libros tienen diferentes niveles de lectura según quien lo tome.  La rigidez de los seres humanos y la incapacidad de entender que lo que estás viendo es una lectura desde tus experiencias de vida y desde tu historia personal, hace que el adulto le cierre el paso al libro. Esto porque piensa que el pequeño va a ver lo mismo y no es así, porque su capacidad de interpretar es distinta y por supuesto su imaginación lo lleva para otros lados.

Pero cuando van creciendo pareciese que ese adulto mediador se desvinculara de esas decisiones de lectura abriendo camino a buenos y malos títulos, si se puede decir así.

Con respecto a los adolescentes pasa otra cosa, en la infancia uno de los mayores deseos es poder crecer y tener acceso a lo que hacen los adultos: tener independencia y autonomía. Cuando llegas a la adolescencia ese deseo se exacerba porque físicamente tienes más posibilidades. Resulta que el adulto como ya ve que el adolescente es autónomo entonces ya no tiene tanto cuidado de ver que está leyendo.

Ciertamente, la distancia entre el adulto mediador y el adolescente puede favorecer el acceso a temas que para el adulto son un poco incómodos. El riesgo es que sea un libro comercial que satisfaga curiosidades sobre el sexo, la adultez y el alcohol, por ejemplo, y no le esté ofreciendo realmente una experiencia literaria que lo lleve a crecer como lector.  Es por esto que el mediador tiene mucha responsabilidad porque así el adolescente tenga la libertad de escoger, el adulto tiene el compromiso de proponer otras cosas distintas y de mayor calidad.

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Tuve la oportunidad de leer ¡No se aburra! cuando tenía ocho años ¿cómo fue la recopilación de estos textos?

Esto fue un poco a manera de juego. Hace muchísimos años que se hizo la primera versión, en 2006. En ese entonces yo trabajaba en un centro de documentación especializado en libros para niños, era referencista y documentalista. Y para ese momento María Fernanda Paz Castillo, actual directora de Cataplum, me propone hacer una recopilación de la tradición oral latinoamericana teniendo en cuenta mis conocimientos sobre el tema y por mi vínculo familiar a la oralidad.

Así empecé a hacer una recopilación muy grande de toda América Latina y lo primero que incluí fueron todos esos refranes que yo escuché en mi vida y me habían enseñado desde mi casa. Después hice una investigación más profunda, y decidimos que el libro tuviera más elementos de humor que llamara a la risa y al final decantando todo el contenido, quedó plasmada mi experiencia familiar.

¿Por qué crees que el libro tuvo tanta acogida en ese entonces y ahora?

Este libro funcionó porque está pensando con la intención de que mueva a la risa y a los niños y con la consciencia de que no es un libro para niños pequeños. La razón es porque hay ciertas formas de humor que uno no desarrolla hasta después de los siete años.

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¿A qué te refieres con las formas de humor?

La ironía, la parodia, y el sarcasmo son formas de humor que uno termina de comprender a partir de los siete años. En la primera infancia, la risa la provoca la inversión, la torpeza, el disfraz, y las cosas escatológicas. Pero la forma más compleja de humor, por un asunto de desarrollo cerebral, se entiende mejor, cuando los niños son más grandes. Esto no quiere decir que no pueda leerlo un niño pequeño, porque hay juegos de palabras que no son de mucha complejidad y que podrían entenderlo.

¿Cuál es el valor agregado que ofrece este tipo de libros con juegos de palabras ?

Este libro le da un pequeño poder al niño. El poder de saber algo que quizás alguien más no sabe. Es un libro que te permite el juego con el otro y uno de los dos tiene la respuesta. Puedo incluso burlarme un poquito del interlocutor que seguramente no va a dar con el acertijo que le proponga. Así que entre la primera experiencia de risa con el juego de palabras, después probarlo con alguien más, tener una pequeña víctima y reírte, esto le da otra dimensión al libro.

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¿Cómo entra a jugar un rol la oralidad en la formación de los niños?

La oralidad forma el oído. Desarrolla en el niño la comprensión del ritmo de las palabras, y entender las rimas, coplas, adivinanzas. Pero además aproxima al niño a la sabiduría popular y a nuevas maneras de ver el mundo. Quizás el elemento más importante es que ofrece al niño la posibilidad de jugar con la palabra.

La palabra no solo es para aprender a leer y escribir o para hablar correctamente. La palabra también es un material con el que se puede jugar, que se presta para ese propósito.

¿Qué pasa con el adulto mediador cuando se aproxima a estos libros?

De manera inconsciente, hay mediadores que piensan que este libro realmente no es lectura, que no les aporta nada. Piensan que son libros ligeros, que no están formando a un lector para que se aproxime a la literatura y eso es lamentable porque le cierran el paso a una experiencia importante con el lenguaje.

Además, muchos desconocen que la lengua tiene un ritmo y el ritmo no solo está en la poesía también está cuando tu lees narraciones y según la situación puede ser acelerado o lento. Por ejemplo, con la palabra tu puedes representar la agitación de un personaje o la tristeza o la emoción.

La verdadera oportunidad que da este libro para los adultos y los niños es aproximarse a la lectura de una manera distinta dándole vida al texto a través de la oralidad.

Por eso los padres o mediadores necesitan una guía para saber como llegar a estos libros de rondas, canciones …

En la Feria del Libro de Bogotá, el pasado mes de abril, observé a padres que no querían escoger libros que tuvieran juegos de palabras, les decían a los niños: “agarra lo que tenga más texto, lo importante es que leas bastante”. Y la realidad es que así no funciona. Lo importante no es la cantidad de palabras que tenga el libro, el libro puede tener 200 páginas y no interesarle. La clave está en que ese el libro sea el gancho para que el niño se aproxime al libro como posibilidad de entretenimiento.

Esto convierte a los niños y a los padres en transmisores de tradición oral, de ese saber popular que con el tiempo se ha ido perdiendo. Y además abre la ventana al padre y al niño de tener un momento juntos para un juego, para saber que abre el espacio para la familia y la posibilidad de jugar.

¿Qué consejos le das a los padres ahora que mencionas su labor como mediadores de la lectura?

 Los hijos no vienen con manual y ser papá tampoco. Por eso mis consejos para los papás dan inicio con una premisa: el padre debe tener un real interés por su hijo, compartir momentos y comunicarse.

  1. Debe comprender que el niño es una persona distinta a él.  Por consiguiente, no puede pensar, actuar, sentir o necesitar lo mismo que él, ni en su infancia ni en otro momento.
  2. El niño es una persona que está pasando por un momento de vida diferente al que tiene el padre. Es una persona que está descubriendo el mundo y tendrá hipótesis sobre él, unas erradas y otras acertadas. El padre tiene el compromiso de ayudarlo a verificar esas hipótesis y orientarlo para que entienda y vea cómo es la realidad.
  3. Un adulto mediador debe conocer los intereses del niño para saber qué ofrecerle o cómo acercarlo a ese libro para iniciar su camino a la lectura.
  4. Cuando un niño pide a su papá que lea el mismo libro todas las noches no es por que sí. Los niños necesitan rutinas y repetición para fijar conocimientos y experiencias. La repetición en la primera infancia brinda seguridad y certeza sobre lo cotidiano. Cuando repite una historia, él la experimenta.
  5. Si quiero que el niño lea otra cosa puedo ofrecerlo en otro momento de la rutina. Para aproximarme con otro título le puedo proponer leer algo antes y luego su favorito que es el que necesita para calmarse antes de dormir.
  6. No todos los niños están interesados en los libros o en leer y escribir. Es importante que el adulto mediador ofrezca la experiencia porque es fundamental para la vida del ser humano, nosotros habitamos la cultura escrito. Por eso es crucial que los niños y adolescentes tengan la oportunidad de vivirlo como una experiencia gratificante y no como imposición.

¿En qué estas trabajando ahorita?

Soy docente de lengua de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela y mi misión es investigar como ayudar a mis estudiantes a aprender a escribir sin demasiado sufrimiento (dijo entre risas). Ahora, estoy trabajando en una recuperación de un texto de tradición oral algo así como la versión venezolana de Piel de asno de Charles Perrault. También estoy dando talleres de exploración literaria para adolescentes escritura en Liebre Lunar.

Recomiéndanos un libro que pueda crecer con el niño y un autor que te guste

El libro, Un lunes por la mañana de Uri Shulevitz  y el escritor, Triunfo Arciniegas

4 comentarios sobre ““La palabra también es para jugar”, Maité Dautant

  1. Es muy triste visitar las Escuelas y encontrarse que no los niños no saben que es tradición oral. Cuando oyen un cuento de nunca acabar, una adivinanza o un trabalenguas, parece que les hablarán en otro idioma. Y es cuando descubren que eso es magia.

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    1. Hola Carmen, es cierto lo que dices. Por eso la labor del adulto mediador es presentarles estas maravillosas formas de juego y de aprendizaje. Yo todavía recuerdo todos los refranes y juegos de palabras que me transmitieron mis abuelos y mi padre y sé cuánto ayudó en mi formación no solo para la lectura sino para muchos aspectos de mi vida. ¡Gracias por tu comentario! ¡Abrazos!

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    1. ¡Gracias, Carlos! Es un libro magnífico. Ahora mismo Cataplum libros publicó la segunda parte se llama Cuenta que te cuento, está genial también porque involucra los juegos de palabra para niños más grandes. Un abrazo, Daniela .

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