‘Amigo se escribe con H’ y la pregunta por la memoria

La primera vez que leí Amigo se escribe con H estaba en cuarto de primaria. Dieciséis años después que lo volví a leer, recordé por qué fue mi libro favorito.

El argumento de María Fernanda Heredia, su autora, es el miedo a la memoria. Una pregunta que tal vez se hace consciente con el paso de los años pero que en la infancia parece más un debate por los amigos lejanos, los abuelos con alzhéimer y el recuerdo del primer amor.

Amigo se escribe con H de la escritora ecuatoriana María Fernanda Heredia.

¿Le tienes miedo a la memoria?

Este libro narra la historia de H y Antonia. Dos amigos de colegio y vecinos que entablan una amistad sin igual. Una primera lectura se aproxima a una historia de amor, una en donde el lector se puede identificar con Antonia y encontrarse en su dilema: enamorarse del mejor amigo y no ser correspondido.

Pero con el tiempo, la pregunta que guía esta novela, la de la memoria, evoluciona. Todavía hoy no puedo responder con certeza a la inquietud que plantea Heredia al inicio de la historia. Quizás cada edad tiene un miedo específico al olvido. 

Y en ese sentido, ¿de qué se trata el olvido? Según la Real Academia Española, el olvido es la cesación de la memoria y el descuido de algo que se debía tener presente. Entonces, cuando eres pequeño, como la protagonista de esta novela, los miedos están relacionados con las arañas, con olvidar a los mejores amigos en vacaciones, cambiar de curso o incluso olvidar como regresar a casa.

Pero cuando ese lector va creciendo se da cuenta que el olvido pueden ser muchas cosas. Se da cuenta de que el olvido es inevitable y de que no es negativo. Se da cuenta que el olvido abre espacios en la memoria para recordar cosas nuevas y quizás mejores. Y es así como el discurso de esta novela breve parece cada vez más íntimo. Porque una vez el lector repasa sus líneas, alcanza las fibras más sensibles y, como todos, tiempo después,  enfrenta un nuevo miedo.

“Yo siempre he pensado que la única muerte que existe es el olvido, que sólo moriremos el día en que aquellos a quienes amamos nos olviden. Tal vez por eso soy escritora, porque quiero ir registrándolo todo. Entonces en esta novela aparece el miedo al olvido y también a ser olvidado. Y es una promesa de memoria que yo deseo cumplir con las personas a las que amo y es también la declaración de que necesito por favor que se acuerden de mí”. María Fernanda Heredia, para la Revista  Imaginaria, 2009. 

¿Por qué es mi favorito? 

Todavía está en mi biblioteca con palabras subrayadas, dibujos y mi nombre en la primera página. Es un texto que cuando lo leí me encantó, lo devoré y ha sido uno de los pocos que permanecieron en los estantes cuando crecí. Es una historia breve, emocionante y tierna. Conecta a los lectores con momentos particulares de su vida: la escuela y los amigos. Es un texto escrito sin pretensiones más que saber que los niños desde su mirada también se plantean preguntas casi filosóficas sobre qué es el ser, qué es la memoria y, por supuesto, qué es la vida.

Premios y reconocimientos 

Amigo se escribe con H fue galardonada en el  año 2003 con el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil que otorga desde 1995 Fundalectura y el Grupo Editorial Norma. Este premio es un estímulo para los escritores latinoamericanos que se dedican a esta maravillosa tarea de crear historias para niños y jóvenes. Es considerado como el reconocimiento más importante que se otorga en el campo de la literatura infantil y juvenil en América Latina.

Sobre la autora

María Fernanda Heredia (Quito, Ecuador) es escritora, ilustradora y diseñadora gráfica.  Desde 1994 se dedica a escribir libros para niños. Su camino inició por casualidad pero su talento para narrar historias la hacen hoy una de las más reconocidas en en el medio. Ha escrito más de 25 libros, entre novelas y cuentos que siempre retratan momentos de su vida. Algunos de sus títulos figuran en las listas del IBBY, White Ravens, Banco del Libro, Fundalectura y Fundación Cuatrogatos.

En 2014,  ganó con Roger Ycaza el Concurso de Álbum Ilustrado A la Orilla del Viento por su obra Los días raros. 

María Fernanda Heredia

Nueva edición

En febrero de este año la editorial Santillana publicó una reedición del libro, pero esta vez ilustrado por el ecuatoriano Roger Ycaza.

Amigo se escribe con H de la autora ecuatoriana María Fernanda Herida e ilustraciones de Roger Ycaza.

“El libro debe ser un objeto presente en casa”, Jairo Buitrago

Entrevista con el escritor colombiano Jairo Buitrago

Cuando era pequeño y cursaba tercer grado, Jairo Buitrago estaba enamorado de su maestra de la escuela.

“Ella nos leía, durante una hora que no era oficialmente para lectura, libros como La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson”, dice Buitrago. Entre muchos otros libros que leyó, su maestra dedicaba siempre cada día a un capítulo de la historia. Esta rutina, dice, fue clave para su acercamiento a los libros.

El escritor e ilustrador colombiano vive en México desde hace siete años. Hablamos con él para conversar sobre su recorrido desde ambos universos y compartir con nosotros su proceso creativo para escribir León y Ratón que hizo junto con Rafael Yockteng para Cataplum Libros.

¿El libro álbum es un género en construcción?

Creo que está definido hace mucho tiempo. Algunos quieren establecer reglas alrededor de los libros ilustrados, pero a mi no me gusta ponerme bajo todas esas normas o que un libro álbum debería de ser de cierta manera. Mis libros son libros álbum porque corresponden a cierta manera de narrar una historia con imágenes y texto. A mi me gusta hacer libros, así, sin tantas etiquetas.

¿Cómo das inicio al proceso creativo desde las dos miradas que tienes?

Creo que de la misma forma que cualquier escritor. Se me ocurre una idea, pero pasa que pienso en imágenes y no tanto en palabras. A la hora de definir la estructura narrativa le doy mucha importancia a la imagen entonces el proceso tiene varias etapas desde la concepción de la historia. Me parece muy importante el texto, que esté bien escrito y que se acerque al lenguaje poético cuando es necesario o a la síntesis y sea directo cuando se ofrezca.

Y, ¿qué pasa con el proceso de ilustración?

En ocasiones también dibujo todo el libro como lo imagino. Tiene cambios, claro. Ahora, cuando yo no ilustro mis  libros reconozco que cada ilustrador tiene su propio universo y lo que procuro es respetar esos mundos. Por eso me gusta conocerlos para saber qué voy a encontrarme cuando ilustren mis historias.  He trabajado en dupla con Rafael Yockteng y hemos logrado una simbiosis que buscar muchos autores con sus ilustradores. Con él hicimos León y Ratón para Cataplum Libros. Pero además de Yockteng he trabajado con Roger Ycaza y Juan Camilo Mayorga con quienes he tenido gustos parecidos y al mismo tiempo nos damos libertad para cada etapa del trabajo.

La figura del león es un personaje que se repite en varios de tus libros, ¿por qué?

Por todo lo que representa esta figura a nivel simbólico, gráfico y estético. Es casualidad que tres de mis historias, tengo más con leones, han sido mis libros más logrados como Camino a Casa, León y Ratón y Leonor y Sansón. El león me gusta mucho porque es un animal casi totémico en la historia de la humanidad. Ha estado presente en casi todas las culturas del viejo mundo, es una figura felina de fuerza y misterio.

¿Cómo fue la construcción de León y Ratón?

Este libro tiene una estructura muy simple, es una fabula que tiene muchísimos años y se puede rastrear hasta la Grecia antigua. Ambos animales me parecen personajes muy atractivos, el león con todo lo que significa y el ratón con su astucia y lo indefenso. Esta era una historia que inicialmente hablaba de que un favor se paga con otro favor, pero lo transformé en una historia de amistad. El propósito del libro es ver cómo la amistad puede trascender la forma de ser, tu aspecto físico y lo quise explorar a través del humor que podían tener estos dos personajes antagónicos. Además, gráficamente se ven geniales: el león imponente y frívolo y el ratón parco en su vida cotidiana y abierto a pesar de los miedos.

“El libro debe ser un objeto presente en casa”, Jairo Buitrago.

¿Qué fue primero ilustrar o escribir?

Fue al tiempo. Mi primer libro está ilustrado y escrito por mi se llama El Señor L. Fante lo publicó Babel en el 2006. Pero también he ilustrado para otros autores, hice La casa de Elisa un libro muy bonito de Nora Cecilia Navas. Así que he participado en ambos lados de la historia, escribiendo e ilustrando.

Y entre ambos mundos, ¿elegirías uno?

Me gusta mucho escribir, dedico gran parte de mi vida a las palabras y siento que ese es mi oficio. Me siento más escritor porque además como ilustrador tengo muchas deficiencias técnicas que tengo que suplir.

¿Cuál de tus trabajos es el que consideras el más importante hasta ahora?

Tengo tres libros que han sido muy importantes en mi trayectoria. El primero, León y Ratón, que publiqué con Cataplum, porque creo que es un verdadero libro álbum, clásico, para niños y logré regresar a la intención primaria de que los niños se diviertan con él. El segundo es Los irlandeses que publiqué con Babel y lo ilustró Santiago Guevara. Este libro es un ejercicio mucho más complejo donde ya me puedo desenvolver como escritor y trabajé la parte gráfica de una manera distinta a lo que había hecho hasta el momento. Tercero, Leonor y Sansón, porque creo que es un libro al que le puse mucho de mi interior, es auténtico es uno de mis relatos más logrados.

León y Ratón de Jairo Buitrago

¿Cuál ha sido el libro más difícil de trabajar?

He publicado varios que han demandado un trabajo complejo. Pero creo que aquí es importante resaltar cada persona que hace parte del proceso de la producción del libro como el ilustrador, el editor, el director de arte y el diseñador editorial. Todos ellos engrandecen algo que yo escribí. Por ejemplo, Los irlandeses fue un libro complejo y lo trabajé junto con María Osorio en Babel de una manera muy exigente y por eso publicamos un libro muy bien hecho. Y bueno, la manera de trabajar aquí un texto es diferente a cómo lo hago con una editorial anglosajona que son más clásicas y que ven los libros para niños desde otra perspectiva.

¿Cuál es esa perspectiva anglosajona?

Los anglosajones tienen temas vedados  y los editores son muy sinceros al decirte qué no les interesa y qué si va a gustarle a un público lector. En esa zona del mundo son muy dados a los detalles finales para que el libro sea estéticamente un objeto bello. Ese carácter creo que es lo que falta en las editoriales latinoamericanas que, si bien hay publicaciones preciosas, los anglosajones nos llevan mucho tiempo de ventaja.

¿Y cómo somos aquí frente a las temáticas?

En Latinoamérica somos más complejos en cuanto a temas, un poco más osados en cuanto a lenguaje y situaciones, pero todavía somos muy clásicos en la parte gráfica. Al mismo tiempo tiene que ver con que en Europa y en Norteamérica los ilustradores ya están profesionalizados, se dedican únicamente a ese oficio. Nosotros sabemos que a veces en países como los nuestros no todos los ilustradores son profesionales o por cosas ajenas a ellos no pueden tener la constancia y el flujo de trabajo que tiene un ilustrador en otro país. De todas maneras, como han surgido los libros para niños aquí le ha dado un toque especial a nuestras publicaciones y la prueba es que se entienden allá y acá.

¿Qué te sirve de fuente de inspiración?

Con Los aeropuertos, por ejemplo, un libro que publiqué con la editorial Castillo y que ilustró Juan Camilo Mayorga, la historia es autobiográfica. Todo lo que ocurre en la ciudad con la perrita callejera que quiere ser adoptada, me ocurrió a mí. Yo trato de matizar y de dosificar partes biográficas en muchos de mis libros.

En Leonor y Sansón hay muchas vivencias mías en otro tiempo o parte de mi infancia. Pero también en mis libros hay imaginación y en los que tienen hechos reales recurro a fuentes históricas y soy riguroso frente a la época que me esté refiriendo. Una de las cosas que suelo hacer es incluir detalles de mis propios gustos personales, a veces no se notan mucho y los niños quizás no lo ven, pero son guiños de mi mundo y del ilustrador donde plasmamos nuestras obsesiones o asuntos en el resultado final del libro.

El trazo espontáneo de Juan Camilo Mayorga
Los Aeropuertos

 

¿Cuáles son tus referentes, qué te influye?

A mi me gustan muchos los libros ilustrados de los años 60. Creo que fue la época de oro para gran parte de la literatura infantil. Siento que estoy más cercano a los libros ilustrados, para adultos o para niños, que de la literatura infantil en sí. Mi formación como Literato tiene diferentes influencias y de todo tipo. Por ejemplo, el dibujante André François, el ilustrador y también dibujante Saul Steinberg que son referentes de la ilustración. En cuanto a influencias de libros para niños, me gusta Tomie dePaola, Eric Carle, o Maurice Sendak que son autores que admiro muchísimo porque su fuente única de inspiración fueron los niños.

¿Y en ese sentido, es cierto que existe una diferencia entre los libros infantiles frente a otro tipo de libros?

Son buenos libros aquellos que pueden leerse a cualquier edad. Sin embargo, creo que sí hay una literatura y unos libros que están pensados en las necesidades de un niño. Y siento que los álbumes ilustrados, los libros para bebés son la prueba de que esos libros están pensados para alguien que está abriendo sus ojos a las historias, a empezar a enamorarse de los libros y de sus historias. Siento que la poesía que hay en los libros para niños es universal y trasciende.

¿Qué consejo le darías a los padres para que sus hijos se acerquen a la lectura?

Los niños tienen que ser libres para escoger lo que quieren leer, pero también necesitan de una guía sutil que les diga qué leer. Por ejemplo, que de alguna manera se puedan encontrar con un libro que leyó el papá o la mamá cuando eran niños, un encuentro muy afortunado. Yo sé que no pasa todo el tiempo, a veces se necesita que haya una maestra muy especial en la escuela que guie de alguna forma el acercamiento a los libros, pero siento que se puede leer mucho en casa sin necesidad de que se lea tanto en la escuela. Creo que lo primero que deben hacer es que el libro sea un objeto presente en casa, que el objeto libro esté ahí.

¿Cuáles son tus próximos trabajos?

Para Cataplum, voy a publicar un título que se llama Una vida moderna, un libro sobre los objetos como la maquina de escribir, el casete y este tipo de cosas que ya un niño moderno le parece arqueología. Estoy trabajando en un libro para la editorial Océano que se llama Unas Personas, se trata de los pequeños logros heroicos que tienen las personas del común en su día o los hechos que les llenaron mucho el corazón. Hace poco terminé una novela sobre la toma del Palacio de Justicia que se llama Viendo el Fuego desde la terraza y que va a publicar Panamericana.

 Nos recomiendas un libro

Recomiendo tres que me gustan: Oliver Button es una nena de Tomie dePaola; Ahora no, Bernardo de David McKee y Gaston de Kelly Dipucchio y Christian Robinson.

“Los libros son ventanas de experiencias ajenas”, Lawrence Schimel

Lawrence Schimel comenzó a escribir cuando terminó de leer todos los libros que tenía a su alrededor.

Con diez años leía novelas de 300 páginas de fantasía y ciencia ficción. Leyó todo lo que tuvo en casa y en la biblioteca de su escuela. En ese momento, cuando no tenía un libro bajo el brazo decidió escribir sus propias historias. A los 16 años publicó sus primeros relatos. Como era menor de edad sus padres tenían que firmar los contratos. Solo podía hacer tres cosas mientras era menor: escribir, enviar las propuestas y recibir rechazos, “porque rechazan mucho”, dice Schimel.

Lawrence nació en Nueva York en 1971 y vive en Madrid, España desde 1999. Escribe en inglés y español y ha publicado más de 100 títulos y sigue recibiendo rechazos de editoriales “no hay que tomarlo personal, sino encontrar el editor adecuado para el proyecto y eso toma su tiempo”. Y eso fue lo que hizo cuando encontró a la editorial Rey Naranjo para trabajar su proyecto Qué suerte tengo que tardó cuatro años en editarse. Hablamos con él sobre su trabajo creativo y este proyecto que presentó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá y que ilustró el colombiano Juan Camilo Mayorga.

¿Cómo nace ¡Qué suerte tengo! ?

Lawrence Schimel (L.S.) : Quise contar una historia diferente. En vez de decir “oh, qué pena mi hermano es ciego” construí el relato a partir de las ventajas de la discapacidad visual de José. Con esto, me refiero a que tenga buena memoria porque recuerda dónde está todo en la casa o cuando los padres apagan las luces y él en secreto usa la linterna para seguir leyendo.

¿Cuál es la importancia de escribir sobre temas de inclusión en  literatura infantil? 

L.S.: En mis historias pretendo dar otra cara a muchos temas de inclusión que son más un reflejo del mundo actual, que es diverso y plural.  Me di cuenta que en general no producimos textos para niños que reflejen estas realidades. Para mi los libros sirven primero como espejo, es decir, todos necesitamos vernos reflejados en la cultura y cuando no te encuentras es negativo para el autoestima como para las personas que no te reconocen. Pero también, los libros son una ventana porque acercan a los lectores a experiencias ajenas, ayudan a crear empatía y a reconocer las conexiones.

Te importa hablar de la inclusión porque somos un mundo diverso, ¿existe alguna experiencia personal que te motive a escribir sobre estos temas?

L.S.: No, no tengo una experiencia personal. Por ejemplo, con ¡Qué suerte tengo! en concreto no tengo familiar ni nadie ciego en mi circulo personal, por eso no surge de una necesidad. Es un libro que tiene ambas características de ser espejo y ventana. No es un libro que escribo desde esa experiencia personal, pero identifico la laguna de esas experiencias y escribo un libro para contrarrestar eso.

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¿Cuál fue la ventana que abriste, por ejemplo, con tu libro Somos Iguales

L.S.: Somos Iguales, es un libro que surgió porque me di cuenta que todos los libros sobre niños adoptados solo versan sobre el momento de la adopción y luego desaparecen de la cultura, no hay niños adoptados en otras historias. Entonces esos libros son más espejo que ventana y los padres, no suelen comprarlos, o los maestros, leerlos. Por eso, me pareció importante abrir la ventana al mostrar a los lectores que estas familias son simplemente familias. En el libro nunca dicen que Kwame es adoptado o que por su color de piel sea diferente. Simplemente este personaje ser como sus padres y su hermano porque usan gafas así no tenga problemas de visión.

Y, ¿cómo escribir sobre temas de inclusión sin caer en el error de ser solo espejos?

L.S.: El tema del libro es el sustrato de la historia. Lo más importante es que las ilustraciones reflejen el mundo multicultural implicito en la historia y que se integren los dibujos con la escritura. Cuando se escribe sobre temas de inclusión ocurren varias cosas. Entre ellas, que la temática es el único motor de la historia. Por ejemplo, solo importa si el personaje es ciego y la historia versa sobre la ceguera. En segundo lugar, cuando pretenden crear diversidad familiar, muchas veces no existe tal. Los modelos de familia en la literatura infantil todavía tiene un vacío en esa representación femenina como las madres solteras. En tercer lugar, los prejuicios se manifestan pasiva y activamente. Los niños simplemente viven en el mundo y solo aprenden los prejuicios cuando un adulto les dice algo o les llama la atención. Particularmente, en temas de inclusión, uno de los pecados es ser dogmáticos o pedagógicos, en vez de contar una historia que tiene como trasfondo el tejido social del mundo en que vivimos y que los niños reconocen.

¿Cómo es tu proceso para crear estas historias?  

L.S.: Yo suelo escribir muy rápido, después de un tiempo de pensamiento. Así que muchas veces dejo ideas en reposo o una inquietud. El reto en escribir para niños es hacer accesible sus referencias. Yo creo que uno puede escribir sobre cualquier tema del mundo para jóvenes o adultos, porque ellos viven también en el mundo y no podemos subestimar su inteligencia. Ellos saben qué pasa, reconocen el sexo, la guerra, el conflicto armado y finalmente las noticas están en todas partes. Sería una equivocación no darles la información, lo más nocivo para cualquier persona es la ignorancia. Lo más importante al momento de pensar en escribir para niños es contar una historia divertida que los enganche y que respete su inteligencia.

Entonces, ¿escribir para niños es diferente de escribir para un lector adulto? 

L.S.: Un libro álbum ilustrado, que es el tipo de libro infantil que yo escribo, es distinto a la literatura juvenil o young adult. Este tipo de textos son perfectos cuando los jóvenes tienen poder adquisitivo para elegir los libros que quieren leer y leen cosas muy diversas. Pero cuando eres un niño, son los adultos, las editoriales y las bibliotecas quienes deciden qué comprar, publicar y tener disponible en sus estantes. Por eso existen barreras para que un libro llegue a cierto público. Con un libro álbum hay una doble lectura, un lector joven y un prelector leyendo con un adulto. Así, tienes un adulto leyendo el libro y el niño. Un álbum ilustrado, aunque oficialmente es para niños, el adulto es más participe de la historia al leerlo.

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¿Por qué es clave el apoyo de las editoriales independientes para publicar este tipo de contenidos?

L.S.: La mayoría de veces los temas de inclusión se publican en editoriales independientes porque abogan por esos temas de una manera que muchas de las editoriales comerciales piensan que son solo espejos. Es decir, solo para ese público reflejado y  piensan que no son ventanas para que más lectores puedan abrir y reconocerse.

¡Qué suerte tengo!, es un buen ejemplo. Yo entregué el texto a los editores de Rey Naranjo y tardamos cuatro años hasta que el libro se publicó. Durante ese tiempo  nuestra misión era encontrar el ilustrador correcto. Juan Camilo Mayorga, el ilustrador, logró una narrativa visual genial que hace del libro un gran álbum ilustrado porque se pude leer el texto o la ilustración independiente.

¿Qué consejos darías a los padres para leerle a sus hijos? 

L.S.: Primero, les diría que la lectura no solo es una actividad para hacer justo antes de dormir. Está bien generar el hábito, pero la sociedad en la que vivimos no valora la lectura, no hay modelos de que la lectura es sexy o divertida. Por eso, es importante que los niños vean a sus padres disfrutando de la lectura y de esa manera compartir la lectura con los prequeños. Segúndo, es importante generar la hora del cuento con prelectores desde muy pequeños para que ellos aprendan a pasar la página y conozcan el ritmo de la lectura.

¿En qué proyecto estás trabajando ahora?

L.S.: Este año estoy trabajando una historia sobre el cambio generacional de padres analfabetos a hijos que han aprendido a leer. Lo voy a publicar con una editorial de Brasil. De momento se va a llamar Buenas noticias o malas y es un álbum ilustrado.

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Mis libros infantiles favoritos escritos por mujeres

Para conmemorar el día de la mujer, una fecha que reivindica nuestros derechos y la lucha constante por participar activamente en las decisiones políticas, conservar nuestra igualdad ante el hombre y la sociedad, decidí listar mis libros infantiles preferidos escritos o ilustrados por mujeres.

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1. La mujer de la guarda, de la escritora chilena Sara Bertrand e ilustrado por la Alejandra Acosta también de Chile. Este libro es uno de los títulos de la editorial colombiana Babel que dirige María Osorio. Esta obra fue premiada en 2017 durante la edición 53 de la Feria Infantil del Libro de Bolonia en Italia, considerada la feria de libro infantil más importante del mundo.

2. Good night stories for rebel girls de las italianas Elena Favilli y Francesca Cavallo. Este es un libro que nació gracias a una campaña de Kickstarter que recaudó $1 millón de dólares, la cifra más alta para patrocinar un libro original en este formato de crowdfunding. Las autoras crearon este libro en respuesta a los estereotipos de género que encontraron en los textos tradicionales para niñas. Por eso, este gran proyecto narra la vida de 100 mujeres extraordinarias de todos los ámbitos y se perfilan con una mini biografía junto a un impactante retrato elaborado por ilustradoras de todo el mundo.

3. The Book of Mitakes de la norteamericana Corinna Luyken. Este libro es la muestra de que errar es parte del proceso creativo y de allí puede florecer la inspiración. Fue publicado en 2017 por la editorial Penguin. Es el primer libro de la autora quien además también ilustra el libro. A través de los errores teje el cuento y narra cómo una pequeña equivocación puede llevar a un acierto tan genial como esta historia.

4. El ángel del abuelo de Jutta Bauer. Ella es una ilustradora y escritora alemana que escribe un gran texto sobre el duelo. En este caso una historia entre el abuelo y su nieto que trata de comprender la muerte. Esta ilustradora es conocida por sus dibujos en la serie Juli, escrita por Kirsten Boie, así como por la colección de Selma, y La reina de los colores. 

5. Mil orejas de la escritora colombiana Pilar Gutierrez Llano y del ilustrador cartagenero  Samuel Castaño Mesa. Este es un libro de la editorial independiente colombiana Tragaluz que sin un título en su portada escrito dice en lenguaje de señas cuál es tu nombre. Es una reflexión poética que une el mundo de los sordos con el de los oyentes. Este libro obtuvo una mención especial en la categoría Nuevos Horizonte del Premio BolognaRagazzi 2015. También fue seleccionado por la Organización internacional para el libro juvenil (IBBY) como uno de Los mejores libros para niños  y jóvenes con discapacidad de 2015.

6. Memorias de Jirafa de la escritora colombiana María del Rosario Laverde  y las ilustraciones por Flor Guga. Este libro de la poeta bogotana fue publicado en México con la editorial Aquelarre Editoras en 2016. Se trata de una serie de anecdotas de su infancia donde dedica varios espacios a su padre Hugo Laverde Toro.

7. Amigo se escribe con H de la escritora ecuatoriana María Fernanda Heredia  y con ilustraciones de Carlos Manuel Díaz. Este libro fue Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil en 2003 y es de la colección Torre de Papel Azul del Grupo Editorial Norma. Este es un libro sobre la amistad entré Antonia y H y su miedo al olvido.

8.  24 Señales para Descubrir a un Alien de la escritora colombiana Juliana Muñoz Toro e ilustraciones de la antioqueña Elizabeth Builes.  Esta es una historia conmovedora y además impactante. La pregunta de por qué su papá actúa extraño lleva a Benjamín, su hijo, a pensar que quizás un alien pequeñito y malvado lo controla y por eso hace cosas que no le gustan.  Este es un título de la editorial independiente colombiana Tragaluz y fue publicado en 2017. Además este libro fue seleccionado por la Biblioteca Juvenil Internacional (International Youth Library – IYL) de Múnich, Alemania, para hacer parte del catálogo White Ravens 2017, un catálogo para destacar los títulos más importantes del año.