Gerbera Ediciones, la editorial que nos incluye a todos

Gerbera Ediciones llega a Colombia de la mano de la librería Oso de Anteojos. Con una propuesta inclusiva y de alta calidad literaria, esta editorial es reconocida como la primera y la única de Latinoamérica con un perfil totalmente inclusivo.

En otras palabras, su catálogo reúne libros para niños normo lectores, con dislexia y ceguera. Es un público amplio, inclusivo y equitativo. De sus 50 títulos, el 20 por ciento son tres veces inclusivos.

Y si me cuentas tuvo la oportunidad de conversar con Fabiana Nolla Portillo, su directora editorial, para conocer más sobre su historia y los títulos que traen al país.

¿De qué manera nace Gerbera Ediciones?

Fabiana Nolla Portillo (F.N.:): Gerbera Ediciones nació hace 10 años. Después de trabajar como librera, decidí dedicarme exclusivamente hacer libros. Empecé haciendo libros en tela para bebé, que casi no había en el mercado. Después una situación con una amiga de mi hijo cambió la historia y empezó a definir la misión editorial de Gerbera.

Fabiana Nolla Portillo

¿Cuál fue ese punto de quiebre que te motivó a crear libros para niños con dislexia o ceguera?

F.N.: Todo empezó en el cumpleaños de una amiga de mi hijo, que en ese entonces tenía unos 6 años. La niña decidió no invitarlo a su celebración porque siempre regalábamos libros para estas ocasiones. Cuando mi hijo me contó la historia llamé a la mamá de la niña para saber por qué era motivo de no invitación regalar un libro. Sin saber lo ocurrido, la mamá me pidió disculpas y me contó que justo ese día acababan de diagnosticar a su hija con dislexia. Así que regalarle un libro era igual que darle una piedra, no tenía sentido para ella porque no podía leerlo.

La niña estaba a apunto de repetir curso porque todo el año había entregado sus evaluaciones en blanco. No podía leer los exámenes porque estaban hechos a mano por la profesora, era ilegible para ella. Así que cuando me enteré de la situación y empecé a investigar de qué se trataba la dislexia decidí que no podía hacer libros que discriminaran a un sector de la población.

Uno de cada 10 niños en el mundo tiene dislexia.

Asociación Dislexia y Familia Disfam

¿Cuál fue tu plan de acción para empezar a editar estos libros?

F.N.: Después de lo que ocurrió, decidí que el primer libro que iba a hacer para una persona con dislexia sería para la amiga de mi hijo. Me reuní con una ilustradora y coincidió que ella también era disléxica. Nos pusimos a investigar y nos encontramos con el desarrollo de una tipografía especial para disléxicos que se llama Opendyslexic, creada para aumentar la legibilidad y favorecer la lectura continua. Esa es la que actualmente utilizamos en todos los libros de Gerbera.

Así que la historia tiene un final feliz. Cuando llegó el cumpleaños de la niña llevamos de regalo el prototipo del libro. Para que lo abriera le dijimos lo especial que era la historia y cuando por fin se decidió a verlo, sus ojos lo dijeron todo. Por primera vez empezó a leer de corrido, fue maravilloso porque nadie la había escuchado leer en voz alta. Desde ese momento tomé la decisión de empezar a publicar todos los libros con esa tipografía. Quienes busquen publicar en Gerbera deben adaptarse a la regla de incluir a todos.

¿Qué características tiene la tipografía Opendyslexic?

F.N.: Es una tipografía que tiene mayor peso en la base, eso hace que la letra no salte al momento de ser leída. Además, tiene un espacio especial entre letra y letra. Esto permite que no roten porque para una persona disléxica las letras giran. Con esta tipografía el texto está quieto y pueden leer de corrido y sin necesidad de otro instrumento. Es importante mencionar que la tipografía no se utiliza en color negro porque dificulta la lectura cuando hace contraste con el color blanco. Para un normo lector es imperceptible el cambio, pero para una persona con dislexia leer en tinta negra es más difícil.

Cuando un disléxico lee un texto con una tipografía común usualmente utiliza unas regletas que tapan los renglones de arriba y de abajo para que las letras no se muevan. Sin embargo, esto hace más difícil el momento de la lectura.

En promedio, una persona con dislexia tarda 4 veces más en leer que un normo lector.  

Fabiana Nolla Portillo

¿Cuáles son los elementos que desde tu mirada deben ofrecer los libros para niños?

F.N.: Nosotros publicamos literatura en general. Más que tener una serie de elementos editamos libros para niños con la diferencia de que tienen una tipografía accesible para todos los lectores. Las historias son todas las posibles, desde un sentido narrativo hablamos de todo tipo de temas incluyendo el autismo o la dislexia. Nuestra misión editorial es la inclusión y la calidad literaria. Doña dolores, por ejemplo, uno de nuestros títulos más conocidos, habla de una niña con dislexia sin decirlo, te da todas las pistas.

¿De qué manera retrata Doña Dolores la experiencia de un niño con dislexia?

F.N.: Verónica Taube, su autora, está en la Asociación de Dislexia y Familia DISFAM, es psicopedagoga, atiende y diagnóstica chicos con dislexia y es disléxica. Este libro es su testimonio. Verónica cuenta lo difícil que era para ella un día de escuela, narra cómo inventaba todos los días un dolor distinto para no tener que ir. Su mamá le puso el sobrenombre de doña dolores. Ella contaba que las evaluaciones las veía como monstruos, todo en rojo, todo mal, sin poder completarse. Los dolores inventados fueron su mecanismo para esconder lo que le pasaba. Además, su hermana era abanderada en el colegio entonces siempre sentía las comparaciones sobre su desempeño.

En el catálogo de Gerbera además de libros para lectores con dislexia también tienen libros para lectores ciegos, ¿cómo empezaron a editarlos?

F.N.: Empezamos a editar libros en braille hace 5 años por una situación en un aula de clases. En una escuela estaban leyendo SERAFINA, uno de nuestros títulos ilustrados de poesía. Hice una visita con la autora para que hablara del libro con los alumnos. Cada niño tenía su propio ejemplar y pasaban uno a uno a leer un fragmento de la historia. Llegó el turno de una niña que levantó su mano para poderse poner de pie, la directora la ayudó a levantar y la trajo al lado nuestro para que leyera, traía bajo el brazo una carpeta. 

En ese momento yo no noté qué llevaba, de repente abre la carpeta y veo el libro traducido completo al braille, hecho artesanalmente por su maestra y la madre. Hicieron algo hermoso, el libro estaba lleno de texturas, le habían dibujado todas las ilustraciones con tela y lana para que ella pudiera descifrar el personaje.

A mí me pareció maravilloso y lo compartí en redes sociales. Para mi sorpresa, muchas personas empezaron a preguntarme si yo vendía el libro. Un mes después, la Biblioteca Ilusiones, para personas ciegas, le enviaron a la niña una versión en braille, en hoja blanca y las ilustraciones con textura. Volví a compartir la experiencia en redes y terminé de confirmar, por todos los mensajes que recibí con intención de comprarlo, que no existía una editorial que publicara libros en braille para chicos. Todo lo que había era braille blanco, libros exclusivos para ciegos, nada ilustrado.

¿Cómo es un libro en braille de Gerbera Ediciones?

F.N.: La tapa está ilustrada en braille para que reconozcan el personaje que está adentro.  Las ilustraciones internas no están en braille, solamente el texto. La razón es que estos libros tienen que ser inclusivos, por ejemplo, para que un papá ciego le pueda leer a su hijo que es vidente. Un niño puede estar mirando las ilustraciones mientras su papá le lee la historia porque en la misma página están la tinta y el braille.

El propósito ha sido que un niño ciego y uno vidente se puedan sentar en el mismo momento a leer el mismo libro, por eso son tres veces inclusivos porque además la tipografía que utilizamos es apta para lectores con dislexia.

Además, los libros son argollados porque una persona ciega necesita que el libro se abra 180 grados. Para leer lo hacen con dos dedos, uno es el tutor y el otro el lector, ponen un dedo en el renglón y con el otro siguen los puntos. Si los libros tuvieran un lomo sus manos quedarían detenidas y se les imposibilitaría la lectura. De nuestro catálogo 10 de nuestros títulos están traducidos al braille.  

Además de estos títulos a Colombia llegan con una oferta de Canticuénticos. ¿Cómo son estas historias?

F.N.: Son libros ilustrados basados en las letras de las canciones del grupo de música infantil Canticuénticos. Empezamos a distribuirlos hace 5 años cuando lanzamos su primer libro que era El mamboretá y después decidimos reeditarlos. En esas reediciones aplicamos nuestra tipografía para que sea completamente inclusivo. A la fecha tenemos 8 de estos títulos.

¿Qué títulos nos recomiendas leer ahora que podemos encontrarlos en Colombia?

F.N.: Les recomiendo Cuando sea grande quiero ser, es un título con códigos QR que lleva a canciones o a la narración de todo el texto como audiolibro. Es un título maravilloso que también está en braille y ganó este año el premio a mejor álbum multimedia por la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina (Alija), la sección argentina de IBBY.

También recomiendo Mi Vecino, fue reconocido como mejor libro ilustrado por la Alija, está en versión tradicional y en braille. Y, Mi mundo, es otro título entrañable que habla sobre el mundo de un niño con autismo. La ilustradora se dedicó 9 meses a investigar el tema para poder hacer cada una de las escenas de la historia. La experiencia que tuvimos fue maravillosa.

Los libros de Gerbera Ediciones están disponibles en Colombia gracias a la librería Oso de Anteojos. Pueden visitarlos en la Carrera 7 – 32-84 en el Centro Comercial San Martín

Los encuentran en sus redes sociales :

Instagram: https://www.instagram.com/osodeanteojostiendadelibros/ Facebook: https://www.facebook.com/osodeanteojoslibros

“Los pequeños lectores son brillantes, críticos y sin prejuicios”, Mariana Massarani.

Mariana Massarani se ha entregado por completo al oficio de ilustrar y escribir libros infantiles. Ha escrito doce libros e ilustrado más de 150 obras de diversos autores.

En esta entrevista conversamos, gracias a las maravillas del traductor online, sobre su recorrido, su relación con la lectura y, por supuesto, acerca de su más reciente trabajo con Cataplum Libros ilustrando Inés del escritor brasileño Roger Mello.

¿Quién es ese público para el que escribes e ilustras?

Mariana Mssanari (M.M.): Los pequeños lectores son brillantes, inventivos, críticos y sin prejuicios. Es un público difícil de agradar, instigadores, maravillosos. No deben ser subestimados y jamás ahogarlos con diminutivos tontos.

¿Cuáles son los elementos que desde tu mirada debe ofrecer un libro para niños?

M.M.: Un libro puede ser sobre cualquier tema pero inteligente, único, especial, triste o divertido, que de placer.

¿Cuál fue tu primer momento lector?

M.M.: Mi abuela materna también leía para mí y mis hermanos. Era Reinações de Narizinho del Monteiro Lobato, un escritor muy popular en Brasil. En mi casa tenía una estantería que ocupaba una pared entera. Todos de la casa podían tomar cualquiera de los libros. Antes de saber leer recuerdo quedarme horas mirando un libro de pintura egipcia, era un libro de imágenes que para mí era maravilloso, ni sabía quiénes eran, de qué época, pero me encantaba.

As Reinações de Narizinho

En tu carrea qué fue primero, ¿escribir o dibujar?

M.M.: Siempre me ha gustado mucho dibujar. Hoy en día cuando escribo un libro, primero hago todas las ilustraciones, un storyboard y luego escribo el texto.

¿Cuándo ilustras que tanto imprimes de tus experiencias personales?

M.M.: Creo que utilizo todo lo que veo a mi alrededor, en la calle, en los libros, en las películas y en mi familia.

A Minha avó

¿Cómo llegaste a la literatura para niños?

M.M.: Siempre fui apasionada por libros infantiles. Cuando era niña los libros que tenía al alcance en Brasil eran de tradición inglesa, francesa y americana. Teníamos buenos textos pero el objeto libro era muy pobre. Me gusta mucho leer libros para adultos pero mi pasión son los libros para los niños.

¿Cómo nace tu libro Inés que publicaste con Cataplum Libros?

M.M.: Fue el Roger Mello mi gran amigo que propuso. Roger escribió la historia y luego me invitó a ilustrar.

Inés, Roger Mello y Mariana Massarani

¿Qué es lo que más te gustó de ilustrar Inés?

M.M.: ¡Todo! El texto, la historia y la época. Buscar en la Edad Media en Portugal me dio una inmensa alegría. También por primera vez usé tinta PVA, era una técnica nueva para mí y que se mostró muy, muy placentera.

Inés, Roger Mello

Como ilustradora, has asumido el reto de acompañar las historias de diferentes autores. Me gustaría saber, ¿cómo es tu relación con el autor y el proceso para desarrollar las ilustraciones?

 M.M.: Siempre escojo textos con los que tengo afinidad, que al pequeño lector le van a gustar. A veces trabajo con amigos como en el caso con Roger, una sociedad intrincada, llena de conversaciones. Pero la mayoría de las veces prefiero no intercambiar muchas ideas con el autor del texto.

Inés, Roger Mello y Mariana Massarani

¿Además de hacer trabajos como ilustradora en qué otros proyectos editoriales has trabajado?

M.M.: Ilustro mucho para una revista brasileña de ciencia para niños, durante 13 años hice dibujos en un periódico, hago carteles. Ahora voy a trabajar un libro de juego para niños.

De tus proyectos, ¿cuál consideras ha sido especialmente importante en tu trayectoria?

M.M.: Los libros junto con Roger Mello, son tres, Inés, Vecino, Vecina y Enreduana. Varios que hice con Ruth Rocha. Maniática de la explicación de Adriana Falcão, salió en español en México. Y uno de mi autoría que se llama Banho.

Banho! Mariana Massarani

¿Qué técnicas sueles utilizar cuando dibujas?

M.M.: Me gusta variar dependiendo del texto. Uso mucho el trazo a tinta china con pluma o pincel, coloreando con tinta acuarela ya lista, tipo ecoline, también puedo usar lapiz bien suave con tinta acrílica o tinta PVA. Y a veces recortes de papel. También en algunos trabajos dibujo en papel y luego hago todo lo demás en digital.

¿Cuáles son los ilustradores o autores referentes, que te inspiran e influyen?

M.M.: Roger Mello, Ciça Fittipaldi, Geraldo Valério, Kitty Crowther, Edward Gorey, Quentin Blake e Jean de Brunhoff.

¿Cuáles son tus próximos trabajos?

M.M.: Estoy trabajando en dos al mismo tiempo, uno de una familia de robots para niños muy pequeños y uno sobre un niño y un pulpo.

Nos recomiendas un libro

M.M.:  “A Nau Catarineta” de Roger Mello.

Nau Catarineta

“La lectura es la herramienta más sencilla y placentera para compartir tiempo con los hijos”, Mariana Ruiz Johnson.

La familia Ruiz Johnson está rodeada de historias y libros. La mamá de Mariana se dedicaba a la ilustración infantil y su papá diseñaba tapas de libros y era un gran dibujante, ambos estudiaron bellas artes. De ahí que Mariana, desde muy pequeña, dibujara y tuviera al alcance materiales para hacer sus propios libros y también se viera influenciada para transformar su gusto y habilidad por la ilustración en su carrera.

Mariana también es mamá de dos chicos que han inspirado sus historias así que no es de extrañar que los juguetes, habitaciones desordenadas y actitudes de sus hijos las podamos leer y encontrar en sus libros.

Y si me cuentas conversó con ella para hablar sobre su trayectoria y su más reciente publicación La gallina y el monstruo, una de las novedades para la Feria Internacional del Libro de Bogotá de la editorial Cataplum Libros.

¿Cómo llegaste a la literatura infantil?

Mariana Ruiz Johnson (M.R.:): Siempre vi cómo eran los procesos de edición y de ilustración de libros en mi casa, fui testigo de cómo se podía llegar desde una idea a un libro. Cuando era chica me sentaba y hacía mis propios libros con papel, lápices y tijeras. Además, creo que el gran motivo de acercarme a la literatura infantil fue gracias a mi mamá porque me cantaba, me leía libros, nos dedicábamos a explorar las ilustraciones y esos momentos de conexión con ella fueron fundadores para mí.

¿Qué historias recuerdas que te marcaran la infancia?

M.R.: Mi mamá era de familia inglesa entonces me leía clásicos como Ricitos de Oro y los tres osos, Los tres chivos y cuentos que vienen de esa tradición y que fueron significativos para mí. Después yo crecí y empecé a tener la necesidad de leer mis propios libros y tomar mis propias decisiones lectoras. Para eso me llevaban a las librerías y empecé a leer autores argentinos porque aquí hay una gran oferta de literatura infantil y juvenil.

¿Cómo das inicio al proceso creativo desde las dos miradas que tienes?

M.R.: Me interesa explorar todas las áreas del libro infantil y juvenil y del libro ilustrado en general. Por ejemplo, las historietas, los libros para bebés y los libros silentes. Yo estoy escribiendo todo el tiempo, no solo libros para chicos sino también poesía, por ejemplo. La palabra es algo que necesito ejercitar y explorar todo el tiempo. Es el universo donde me siento menos segura, tal vez la imagen es algo que domino más por una cuestión de tiempo y experiencia. Son dos mundos que funcionan juntos y cuando trabajo con autores me gusta mucho meter mi ojo en la palabra del otro y acompañar su proceso de escritura.

¿Cómo es el ejercicio creativo de hacer un libro álbum desde la ilustración cuando no eres la autora de la historia?

M.R.: Parte del ejercicio consiste en analizar qué sucede cuando un texto y una imagen funcionan juntos y cómo esa relación la puedo potenciar para ofrecer un nuevo sentido al lector. Para mi es importante que el lector pueda extraer eso de la imagen y tenga un rol activo en la lectura. Generalmente siempre busco que haya diferentes capas de lectura, esa es mi búsqueda. Mi objetivo es que el lector mire la imagen en una primera instancia y le genere un impacto, luego de ese impacto estético encuentre que hay segundas historias, humor y relatos que suceden en el fondo para que la lectura no sea lineal. Y para hacerlo desde hace un tiempo vengo ejercitando una manera de mirar que me permite encontrar la sinergia entre texto e imagen. Mi labor como ilustradora de un texto ajeno es que mi voz aparezca en las imágenes, que aporte algo a esa historia y que me den libertad para hacerlo.

¿Cómo fue la construcción de La gallina y el monstruo, el libro que trabajaste junto a Triunfo Arciniegas y que publicó Cataplum Libros?

M.R.: El texto de La gallina y el monstruo es una historia sencilla que tiene una línea narrativa muy simple y que asocio con un público de niños pequeños. A mi eso me sedujo, es un terreno que quiero explorar porque tengo dos hijos pequeños. Así que quise mantener el espíritu del texto en la simpleza, que fuera sencillo de leer y que los personajes se reconocieran. Es un texto lleno de muchísima ternura y quería mantener eso. No hay una complejidad grande en las ilustraciones, pero sí hay mucho trabajo en el ritmo, en el encuadre cuando el personaje encuentra ese “monstruo” en el bosque. Trabajé muchísimo la secuencia y el color para que fuera cambiando según el momento del día y se fuera generando la idea de un bosque, uno de los protagonistas del libro. Sobre todo, mi intención era mostrar la relación de ternura entre los personajes, la gallina, sus hijos y ese nuevo pollito que adopta en su familia.

Gallina y el monstruo

 

 ¿Qué técnicas utilizaste para este libro?

M.R.: Para este libro trabajé muchísimo en digital. Utilizo a veces texturas o colores que tengo hechos a mano y después los escaneo.

Cataplum-La gallina y el monstruo

¿Ser mamá cambió tu forma de narrar?

M.R.: Sí, muchísimo. Desde que tuve hijos empecé a mirar el mundo con sus ojos, de manera más fresca. Ha sido más fácil conectarme con la mirada infantil con los niños. Yo creo que quienes nos dedicamos a hacer libros para chicos debemos tener algo de esa mirada. Poder bajar a su altura y empezar a mirar el mundo de nuevo con ese asombro y con el juego a flor de piel se traslada muchísimo a mi manera de contar una historia y también le quita un poco de pretensión. Me ayuda a conectarme con cosas más simples, con el humor, con elementos que los chicos disfrutan y que les interesa y que se pueden trasladar a las ilustraciones. Ser mamá también te quita prejuicios porque con ellos te das cuenta que no tienen todas las capas de formación que tenemos los adultos. Hay elementos que incorporo a mi trabajo que tienen que ver con su forma de ver las cosas. Mi trabajo se lo dedico a ellos, son mis primeros lectores y les gusta lo que hago.

Mi hijo pequeño todavía no sabe que los libros son míos o que los hago yo, pero me encanta porque muchos de los que hice son sus preferidos.  

¿Cuál experiencia con los niños te ha dejado asombrada y la compartiste en tus historias?

M.R.: Tuve la necesidad de transformar mi experiencia de maternidad en un libro y escribí Mamá (Kalandraka), un poema. Más que una historia, es un libro que habla de algo universal que es ser mamá, es una sublimación de una experiencia personal. Además, ganó VI Premio Internacional Compostela de Álbum Ilustrado en 2013. Después de ese libro, escribí El viaje de mamá (Kalandraka), un libro que cuenta la historia de una mamá elefanta que se tiene que ir de viaje y el hijo se queda en casa con papá. Ese libro surge de una experiencia personal concreta, debía ir a recibir un premio a Italia que implicaba irme varios días de viaje, 10 días cruzando el océano y estaba muy nerviosa y afectada por dejar a mi hijo. Entonces empecé a armar esta historia para contársela a él para que entendiera que iba a regresar después del viaje y que si se quedaba con su papá todo iba a estar bien. Finalmente, la experiencia se transformó en un libro.

¿Cuáles han sido uno de tus trabajos preferidos como ilustradora?

M.R.: Todos los he disfrutado, pero a Mamá le tengo un cariño especial, es un libro que me trajo muchas satisfacciones y que genera muchas cosas en la gente que lo lee. Me pasa algo parecido con Mientras Duermes, un libro silente que maneja la narración a partir de las imágenes y también parte de la experiencia personal. Tiene que ver con mi nueva relación con la noche a partir de ser madre y entender que la noche es un terreno que los chicos, en las mejores circunstancias, no ven. Es un homenaje a la noche desde la perspectiva de una madre que de alguna manera la extraña y le da todo un nuevo significado. Estos dos libros los trabajé sin objetivos puntuales y los dos terminaron ganando premios, son dos historias muy queridas e importantes.

¿Cuál es tu proceso para crear el guion de un libro silente?

M.R.: Es difícil de lograr. La narración con las imágenes debe estar bien lograda. Lo más importante es tener una claridad narrativa, tener lugares comunes en la secuencia que narras como la paleta de colores porque la prioridad es que el libro se entienda. Aquí uno valora que el texto es el ancla que te ayuda a comprender la secuencia. Por eso debes esforzarte para que la imagen resuelva la historia.

¿Qué papel juegan las guardas como elemento narrativo en tus historias?

M.R.: En un libro álbum todos los elementos cuentan. La tapa, la tipografía, las guardas, siempre me interesan como elemento entre decorativo y narrativo, es una propuesta inmersión. Uno entra al libro a través de las guardas, siempre son un recurso más para narrar.

¿Qué técnicas sueles utilizar?

M.R.: Yo trabajo con acrílicos y témpera, mi formación es en pintura, siempre trabajé con el pincel en la mano. Ahora los tiempos editoriales y maternales me llevaron a trabajar de manera digital. Me interesa mucho el trabajo a mano, por eso tengo libretas donde hago dibujos en otras técnicas. El color para mi es muy importante y lo utilizo muchísimo a nivel narrativo y me refugio mucho en ese elemento como ilustradora.

El rojo siempre está presente en tus ilustraciones

M.R.: Tengo una preferencia personal. El color es lo primero que se me viene a la cabeza cuando me llega un texto o cuando tengo una idea. La paleta de colores es la primera vibración que tengo y lo que me signa el trabajo del libro. A partir de la paleta construyo todo el libro por eso se ve tanto en los resultados. Trabajo con contrastes fuertes de color por eso mis libros son coloridos. Cada libro te pide una paleta diferente por eso lo primero que resuelvo en mi cabeza.

juan-sin-diente

¿Quién fue tu inspiración en la ilustración? ¿Cuáles son tus referentes, lo que te inspira o te influye?

M.R.: Es muy importante estar consumiendo cultura y viendo qué es lo que hacen otros autores y autoras en todas las áreas de las artes. A mi me resulta muy inspirador el cine porque tiene mucho que ver con la narración que requieren los libros álbum, tienen muchas cosas en común con el libro ilustrado. Por eso admiro a grandes directores como Pedro Almodóvar por el manejo que hace del color y la coherencia en sus historias, sus líneas de narración y de estética. También, me inspira la música, es estimulante tomar elementos de otras disciplinas sobre todo cuando una canción llega hondo y conmueve. Además, me gusta mucho mirar las artesanías y obras de culturas populares latinoamericanas. Viajé a México hace unos años y fue un despertar estético porque encontré un montón de ideas para llevar a mis imágenes.

¿Además de hacer trabajos como ilustradora en qué otros proyectos editoriales has trabajado?

M.R.: Hace varios años trabajo para una empresa catalana que se llama Londji donde hago ilustraciones para juegos y rompecabezas. Es muy interesante porque ellos cargan los productos con un enfoque literario entonces se enfoca en la narrativa, en los pequeños chistes que pueda tener la ilustración y en sacarle el máximo provecho a la imagen. Es un trabajo lindísimo, no solamente por el juego sino por las capas narrativas. También he hecho ilustración textil. Eso sí, lo que más me gusta son los libros y el mundo literario, me interesa explorar el libro en todas sus formas, editorial masiva y artesanal.

Rompecabeza

¿Cuál fue tu primer proyecto a nivel profesional?

M.R.: Cuando estaba en la carrera de bellas artes me di cuenta de que lo quería hacer era ilustrar libros y la carrera no tenía una orientación hacia eso. Entonces empecé a buscar alternativas fuera de la facultad y llegué a la escuela Sótano Blanco, que dirige un grupo de ilustradoras y ahí me empecé a formar más en el proceso de ilustrar libros. Mis primeros trabajos fueron en libros escolares y manuales. Después hice un pequeño libro sobre los colores en cartón y en paralelo hice un proyecto que se llama Irupé y Yaguareté (2010). Ese proyecto lo presenté al Fondo de Cultura Económica y sacó una mención y desde ahí empecé a generar mis propios proyectos.

¿Cuál es tu proyecto ideal?

M.R.: Ahora tengo ganas de trabajar en equipo en un proyecto donde nos sentemos a pensar un libro, donde tenga libertad para aportar mi voz como ilustradora y autora y en donde pueda tener una conversación editorial. Ahora estoy con ganas y necesidad de conversar sobre lo libros y pensarlo en conjunto por eso La gallina y el monstruo de Cataplum me gustó como experiencia porque pudimos conversar entre varias personas y trabajar con libertad, guía y con varios ojos puestos sobre el libro. Un proceso sano y sin intervenciones caprichosas es cuando los libros funcionan de la mejor manera.

¿Cuál es el consejo que le darías a alguien que se quiera dedicar a la ilustración?

M.R.: El mejor consejo que puedo dar es que se rodeen de libros y que vayan a las librerías, que entiendan al libro como una plataforma donde ellos pueden expresar algo. También es importante que no tengan la ansiedad de querer generar solamente imágenes hermosas, sino que entiendan que hay que resolver una cuestión narrativa. También ver cine, obras de teatro y diferentes expresiones artísticas en donde la narración esté como base de la obra. Que lean es lo más importante y que también no pierdan la posibilidad de utilizar las palabras.

El ilustrador que domina el mundo de la palabra o lo entiende va a ser un mejor ilustrador.

¿Cuál es el mejor consejo que te han dado a ti hasta el momento?

M.R.: Mis padres siempre me dijeron culo de fierro, es decir, que debo estar trabajando, no quejándome, sino dibujar y hacer las cosas. Tiene una parte de gimnasia y práctica que viene cuando uno se sienta y se compromete con el trabajo. Si tengo un día en que no estoy muy inspirada, sigo trabajando porque en algún momento va a llegar.

¿Qué consejo le darías a los padres para que sus hijos se acerquen a la lectura?

 M.R.:  La lectura es la herramienta más sencilla y placentera para compartir tiempo físico y amoroso con sus hijos. Tener una cajita con libros de cartón o que se puedan morder y chupar, tenerla entre los juguetes o en los espacios comunes de la casa, es una garantía de que en algún momento del día te vas a sentar con tu hijo a cantar o leer ese cuento. Van a compartir un momento de apego no forzoso, es un momento de dedicación, de intimidad entre un padre y su hijo que es muy sencillo de hacer. A medida que los chicos van creciendo si eso se mantiene llega a ser uno momento de muchísimo placer porque uno puede leer cosas maravillosas con sus hijos. Ahora estoy leyendo Matilda de Roald Dahl con mi hijo de siete años y me emociono hasta las lágrimas con ese libro, es maravilloso. Es un ejercicio que los niños van a recordar siempre y los padres también.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

M.R.:  Estoy trabajando para una editorial argentina en una colección infantil. Es la historia de un personaje que inventamos con una escritora amiga. También, estoy trabajando en un rompecabezas para lo Londji y estoy haciendo con un amigo un libro muy extraño, un proyecto alternativo, una especie de historieta infantil.

Nos recomiendas un libro y un ilustrador

M.R.: Recomiendo a Roald Dahl, es un clásico, maravilloso y placentero de leer hasta para los adultos. Me interesa cómo él percibe la infancia y no le tiene temor a un humor como más gamberro y a poner en palabras cuestiones que podrían ser problemáticas por ciertos editores de literatura infantil.

Recomiendo  Scric Scrac Bibib Blub de Kitty Crowther una ilustradora maravillosa, muy cruda en sus imágenes, trabaja con lápices de colores. Este es un libro que habla del miedo a la noche, es la historia de una ranita que tiene miedo y se pasa a la cama de sus padres. Es una temática real, doméstica y las imágenes son hermosas. También les recomiendo ¿Quién come a quién? de Aleksandra Mizielinska y Daniel Mizielinski publicado por la editorial Zorro Rojo. Es un libro informativo y poético que habla del ciclo de la vida, habla de la muerte de una manera natural y sin dramas. Es una pequeña obra de arte.

Bordando palabras, conversaciones con Paula Ortiz

Paula Ortiz, autora e ilustradora

De una obsesión por el abecedario nace Tan Tan, el nuevo libro de Paula Ortiz publicado por Cataplum Libros.

Paula es una ilustradora llena de obsesiones. Por cada letra del abecedario tiene un dosier donde clasifica ciudades, países, historias y ahora sonidos. Aunque no es su única fascinación, también le encanta hacer listas de todo, lo que parecía un gusto intenso por las 27 letras del alfabeto es hoy un producto editorial sin igual.

Y si me cuentas habló con ella para preguntarle sobre su recorrido en el mundo editorial, su paso por la industria textil y todo el camino que hoy la llevan a presentar un trabajo impecable en la FILBo 2019.

¿Cómo fueron tus comienzos en el ámbito de la ilustración?

Paula Ortiz (P.O.): Desde pequeña me encantó dibujar y cuando decidí estudiar diseño gráfico pude relacionarme con la imagen desde la comunicación. En quinto semestre me encontré con la ilustración y cuando terminé la carrera en 2009 no había un campo para desempeñarme de la forma en que a mí me gustaba. Entonces decidí hacer lo más cercano en ese momento que era trabajar en ilustración textil, haciendo estampados y telas. Empecé en ese mundo, me gustó, lo disfruté, pero siempre sentía que lo que quería era hacer libros.

¿Cuándo pasaste de ilustradora textil a ilustradora de libros?

P.O.: Me fui a Buenos Aires, Argentina, a estudiar procesos creativos para libro álbum en la Escuela de Arte Sótano Blanco. Paralelo a esto empecé a asistir a talleres de formación y ahí di el salto de ilustradora textil a ilustradora de libros. Fue completamente acertado y me sentí en lo mío. Así fue mi inicio, haciendo ilustraciones para libros, revistas y proyectos experimentales.

¿Cuál fue tu primer proyecto a nivel profesional?

P.O.: El primer proyecto en el que trabajé fue El Mohán un libro de la colección El Barco de Vapor de SM de María Inés McCormick. Después ilustré La Llorona de Triunfo Arciniegas.

¿Qué es lo que más te gusta de ilustrar literatura infantil?

P.O.: Me gusta el momento previo a leer. Ese momento donde imaginas y las ideas empiezan a detonar. En los libros me encanta saber que hay un espacio para la imaginación y la interpretación personal. Soy partidaria de que los ilustradores tenemos una voz igual que los autores, una voz que se plantea a través de las imágenes y que muestra lo que quieres comunicar. Estás mostrando tu conclusión a partir de tu interpretación. Para mí la ilustración y la literatura permiten contar la visión y la interpretación de ese mundo que estás leyendo.

¿Cómo es tu proceso creativo para ilustrar? ¿Cómo llegan las ideas?

P.O.: Leo por montones y además doy inicio a un proceso particular cuando creo mis personajes, los asocio a hechos políticos o momentos históricos importantes. En el cuento Comadrita la rana de Pilar Posada, la rana, a pesar de que no es evidente, fue inspirada en la princesa Diana. La elegí porque me gustaba la forma en la que ella se movía, las poses, no me interesa mostrar un personaje como tal y retratarlo, pero sí me sirve de inspiración. Me inspiran las fotografías, la historias y las situaciones sociales. Es un gran proceso de investigación que hago y lo disfruto. Hay un proceso de lectura y análisis de lo que quiero contar y después cuando tengo esa nube clara, decanto toda la información que tengo y arranco a dibujar.

¿Cuándo ilustras que tanto imprimes de tus experiencias personales?

P.O.: Tal vez no es muy evidente, pero mis libros están llenos de personajes y creo que eso tiene que ver con mis experiencias de vida. Siempre busco la forma de meter guiños en las ilustraciones. Por ejemplo, en el libro de La Llorona encima de la nalga de la mamá hay una mosca parada, en el libro de Tan Tan la letra L es Elvis y se refiere a la canción en la que él cantaba lalala y me gusta mucho. No son guiños que trasciendan más allá de que tengan un mensaje o algo en particular. También me gusta deconstruir cosas y hacer todo lo que se puede con la imagen. No soy partidaria de quedarme estática en una sola forma de hacer o ver la imagen. Por eso soy de las que decide experimentar cosas nuevas y creo que eso se debe a la experiencia que tuve en el mundo textil.

Una de las novedades para la #FILBo2019 de la editorial Cataplum Libros. Un libro álbum de la ilustradora Paula Ortiz que da vida a las 27 letras del abecedario a través de sonidos.

¿Qué técnicas sueles utilizar?

P.O.: Yo me siento más cómoda con la tempera, gran parte de mi trabajo se ha desarrollado con ese método. Casi siempre, todos los libros los hago de manera análoga. Ahora, las ilustraciones que me piden de forma comercial para revistas y publicidad las hago en digital porque los tiempos son más apresurados. Cuando trabajo a mano soy supremamente lenta. Con Tan Tan es la primera vez que hago un libro bordado, todo lo que he hecho en esa técnica ha sido completamente experimental.

Tan Tan, tu más reciente publicación con Cataplum Libros, unió el mundo textil y el editorial.

 P.O.: Sí, de las cosas que más quiero de este libro es que conectó mis dos formaciones hacer libros y trabajar en textil.

 

¿De dónde nace Tan Tan, abecedario de sonidos?

P.O.:  Tan Tan es el resumen a nivel técnico de mucho tiempo de experimentación. Venía trabajando con pintura sobre tela y bordado en proyectos personales. Todo empezó por un bordado que es la letra P que representaba un pájaro y que decía Pio pio. Cuando terminé de bordar esa imagen me di cuenta de que había algo interesante por explorar, de ahí surge la pregunta. Luego hice un boceto de la letra A con una onomatopeya y ahí nació todo. Siempre he tenido una ligera obsesión por el abecedario. Me gusta buscar ciudades por todas letras del abecedario, países, sonidos, todo por las letras. Entonces empecé a investigar por cada letra del abecedario qué sonidos u o onomatopeyas podía encontrar. En un principio fue algo personal, no pensé que fuera un proyecto editorial, fue un disfrute de mi obsesión.

 

¿Cómo se convirtió en este gran proyecto editorial?

P.O.:  En la Feria del Libro de Bogotá del año pasado me reuní con Cataplum y después de conversar compartí con María Fernanda Paz, directora de la editorial, toda la investigación que había hecho para las letras y el bordado de la letra P. Esto bastó para que detonaran las ideas y nos pusiéramos a trabajar.

¿Cómo es la anatomía de Tan Tan?

P.O.: Bordar 28 letras no iba a ser tan sencillo entonces por eso tomamos la decisión de experimentar. La primera misión fue que cada una de las letras iba a ser en serigrafía y sobre ellas se iba a bordar cada uno de los personajes. Hicimos la primera prueba y funcionó.

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Cuéntanos un poco del proceso.

P.O.: El libro se hizo en cuatro fases. Primero los bocetos a lápiz, después en vectores donde hice el estudio de color y luego empecé a elaborarlo de manera análoga. Para eso, ya con los colores en mente, preparé tintas e hice todo el proceso para quemar el arte para la serigrafía y estampar cada una de las letras. Por último, dibujé sobre la tela y bordé todo desde la portada hasta la contra y cada una de las onomatopeyas, eso me tomó como seis meses. Una vez quedó listo pasamos a un proceso de fotografía donde se editaron las imágenes y luego se armó todo el libro con el equipo de Cataplum.

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¿Qué papel jugaron las guardas?

P.O.: Decidimos que fueran más sencillas. Sentimos que el libro tenía una carga enorme en texturas, contenido, color y no alcanzábamos a visualizar como darle más textura o más elementos. Por eso acordamos que las guardas iban a ser una introducción al colorido que hay al interior del libro, azul adelante y el cierre en amarillo. Las guardas también fueron estampadas.

¿Dónde aprendiste a bordar?

P.O.: He venido experimentando con el bordado, no he estado en clases formales. Cuando tenía siete años hice un dechado en el colegio y en la universidad un proyecto que fue un desastre. Esos fueron mis primeros acercamientos. El libro Tan Tan tiene puntadas sencillas, yo no me considero bordadora, siempre trato de que todo esté pulido, que el volumen del hilo sea acorde y la dirección de las puntuadas igual. Ha sido más un trabajo de aprendizaje personal.

¿Ha habido algún trabajo que consideres especialmente importante en tu trayectoria hasta ahora?

P.O.: Cada libro que se publica en su momento es el más emotivo porque acabas de entregarle un montón de tiempo. Sin embargo, para mí, Tan Tan ha sido el más especial hasta ahora porque pude ver en un producto tangible mi obsesión con el abecedario. Además, pude crear 28 personajes diferentes y es el libro que cerró mi brecha entre la ilustración textil y la ilustración editorial. Es un proyecto que me encantó porque desde la parte técnica se volvió un reto y tiene un valor extra porque es mi primer libro como autora e ilustradora.

¿Cuáles son tus referentes, lo que te inspira o te influye?

P.O.:  Klimt es un artista que admiro mucho y que ha influido en mi trabajo, aunque no sea evidente, sobre todo, porque empezó siendo artista y luego fue uno de los primeros ilustradores de moda de la época. Me encanta la forma en que retrata a la mujer y sus atuendos, siempre me ha parecido fascinante por las texturas. También me gusta la ilustradora Jillian Tamaki que además borda y también la ilustradora italiana Beatrice Alemagna por la naturalidad de sus personajes y los escenarios que dibuja.

Tus libros están llenos de personajes y Tan Tan no se queda atrás.  ¿Cómo construyes cada uno de ellos desde la ilustración?

P.O.: Antes de nacer desde la forma, los personajes surgen a partir de la palabra. Entre las obsesiones que tengo está hacer listas. Y para construir mis personajes hago grandes listados y planeo cuál es el rol que va a tener el personaje en la historia que vaya a contar. En el libro Tan Tan no son tan evidente los roles porque no es un libro secuencial sino serial. Pero en los otros libros que he ilustrado los personajes son más narrativos y secuenciales, pienso en las actitudes que pueden tener, los perfilo a través de las palabras, pienso qué comportamiento tendrían si pasan ciertas cosas y así los materializo. Por eso creo que toda esa construcción viene de palabra y luego termina dándome una imagen.

¿Además de hacer trabajos como ilustradora en qué otros proyectos editoriales has trabajado? 

P.O.: He trabajado haciendo ilustraciones de textos escolares y para revistas. Es un proceso diferente porque son imágenes conceptuales, el campo narrativo cambia en ese tipo de imágenes. He hecho ilustraciones para la revista Comfama, la revista Bienestar y la revista Protección. Eso sí debo decir que me siento muchísimo mas cómoda en la literatura.

¿Cuál es tu proyecto ideal en cuanto a ilustración?

P.O.: Cada proyecto funciona diferente según el rol que asuma, autor-ilustrador o solo ilustrador. En cada uno he disfrutado el papel, pero la sensación de ser autora es diferente, ves el libro de otra forma y hacerlo me dio la oportunidad de retroalimentar cada parte del trabajo y tener más perspectiva. Es una satisfacción trabajar así. Las dinámicas cambian en cada libro por eso también disfruto ilustrar las historias de otros autores porque me permiten leer su mirada y ofrecerles una voz. Quizá lo más importante es tener libertad para proponer y mostrar el punto de vista como ilustrador.

¿Cuál es el consejo que le darías a alguien que se quiera dedicar a la ilustración?

P.O.: Uno sencillo: insistir persistir y nunca desistir.

¿Cuál es el mejor que te han dado a ti hasta el momento?

P.O.: El mejor consejo que me han dado ha sido creer en lo que uno hace, tener certeza y confianza.

¿Qué consejo le darías a los padres para que sus hijos se acerquen a la lectura?

P.O.: Yo creo que la lectura es fantástica siempre y cuando se pueda mostrar que es fantástica. Para mi un libro es viajar. Así, en la medida que a uno lo entusiasmen a un viaje va a ser mejor y más la emoción. No es lo mismo decirle a un niño “toca ir a la casa de la abuela” a “¡Vamos a visitar a la abuela, ¡qué bien!”. Lo mismo pasa con los libros. Es preciso encontrar el espacio para introducirlos a la lectura.

También creo que también hay que quitar los prejuicios de pensar qué es literatura infantil y qué no lo es. Todos podemos leer cualquier tipo de literatura y disfrutarla. Además, considero importante eliminar el prejuicio de que los libros sin textos no son lo suficientemente buenos o son básicos. A los niños hay que darles la oportunidad de aprender a leer las imágenes, sobre todo, en la medida que los niños sean más observadores, los adultos también podemos serlo y los sentidos se van agudizar más.

Me he encontrado con padres que no permiten que sus hijos elijan un libro silente por el simple hecho de no tener un texto visible. Y no entienden que el hecho de que ya eligiera un libro es porque algo tiene que lo enganchó, que lo atrajo y, como mediadores, los padres deben guiar su lectura. A veces el error que comenten los papás es sesgar los gustos de los libros y en vez de un buen consejo generan un choque, un bloqueo para que empiecen a cultivar sus propios gustos lectores. Creo que es importante recordarles a los padres que las imágenes se leen y tienen múltiples interpretaciones a diferencia de los textos y la palabra. Y eso es lo bonito, que una imagen puede detonar muchas más cosas que incluso una sola palabra.

¿Qué es lo que más te gustó de trabajar en Tan Tan?

P.O.: Que una obsesión se volvió un producto. Creo que lo que más me gustó fue ver que ese gusto particular e intenso que tuve desde niña pueda hoy ser un proyecto editorial. Además, fue una idea que nació de forma accidental, orgánica y se convirtió en algo tangible que la gente disfruta y eso es lo más maravilloso.

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¿Cuáles son tus próximos proyectos?

P.O.: Ahora voy a retomar Lapiz Azul, el taller que cofundé. Es momento de reactivarlo para seguir dando charlas, exposiciones y hablar de los oficios. También estoy trabajando en proyectos de mi autoría y en libros ilustrados que me han encargado.

Nos recomiendas un libro y un ilustrador

P.O.: Recomiendo Mi pequeño hermano invisible de Ana Pez. Ese libro me parece técnicamente fantástico. El juego con la imagen me parece particular porque hay elementos que aparecen y desaparecen. Y un libro al que siempre estaré apegada y recomiendo es Mujercitas de Louisa May Alcot. Recomiendo también a Anthony Browne un clásico y referente para la creación de personajes.

“Mis cuentos y novelas son mi permanente lucha contra los miedos”, María Fernanda Heredia

María Fernada jamás pensó que sería escritora. Cuando se encontró con el oficio halló una herramienta para desahogar sus miedos, para vivir vidas que no tuvo y para confesar amores que no fueron correspondidos. Negó su talento para contar historias múltiples veces, solo escribía para salvarse, porque era su lugar seguro.

María Fernada jamás pensó que sería escritora. Cuando se encontró con el oficio halló una herramienta para desahogar sus miedos, para vivir vidas que no tuvo y para confesar amores que no fueron correspondidos. Negó su talento para contar historias múltiples veces, solo escribía para salvarse, porque era su lugar seguro.

Hablé con ella como lectora de sus historias y como admiradora se su libro Amigo se escribe con H. También hablamos de sus miedos, de la ficción y, por supuesto, de la infancia.

Si bien es cierto que, la construcción del concepto de infancia está dada por un momento, lugar y una interpretación de ese mundo sobre quién es el niño: ¿Cuál es, en tu experiencia como autora, la definición actual de infancia? ¿Quién es ese público para el que escribes?

Cada vez me lo pregunto más. Dos o tres veces por semana visito colegios y encuentro en los niños ciertas similitudes con la niña que fui cuando era pequeña. Encuentro en ellos pequeños rasgos como la inocencia, la travesura, la curiosidad, la intensidad de ciertas emociones y los miedos. Sin embargo, existen grandes diferencias en el entorno en el que hoy se desarrolla esa infancia y en el que yo viví.

Ahora me parece que la infancia está expuesta más que nunca a distintas formas de violencia. Los niños se sienten tocados por la política mundial, no son ajenos a lo que ocurre. Por eso, la generación crece con ese “run-run” de palabras que se vuelven cotidianas en su contexto como corrupción o violencia sexual. Se forman conceptos a partir de todo eso que resuena. Por eso creo que la infancia ahora es una etapa poco infantil, si la relacionamos con los niños que fuimos antes.

Ahora son más vulnerables, con menos posibilidad para la ternura, para la inocencia y muchas veces crecen en solitario por la ausencia de sus padres, que trabajan todo el tiempo o los dejan al cuidado de terceros. Parecería que todos los recursos de los que hoy disponemos de información y educación deberían de proveerles a estos niños de una vida, de un escenario vital mucho más cuidado, pero ocurre exactamente lo contrario.

Así como la idea de que el concepto de infancia ha evolucionado con el tiempo, también cambian las ideas sobre cómo debería ser o tener un libro para niños. En ese sentido: ¿Cuáles son los elementos que desde tu mirada debe ofrecer este tipo de libro?

Primero me pregunto: ¿Cuál es la literatura que deberíamos proponer a los niños? Y ¿Cuál es la que se están encontrando más a la mano, la literatura que los maestros prescriben o  la que los padres están eligiendo?

Ahora me encuentro con una serie de libros o corriente de libros, si puedo llamarla así, que pretende ayudar a los niños a sortear las dificultades que los rodean. Por ejemplo, aprender a manejar sus emociones, o hablar sobre el divorcio, la soledad, los miedos. Muchos de estos textos se convierten en un soporte y ayuda para que los pequeños puedan asumir sus dificultades, si es que deberíamos llamarlas así. Es una literatura infantil, que llega con subtítulos “este libro para” trabajar emociones, la muerte o la misma vida.

Un libro tiene que ser, sobre todo, una buena compañía. El libro infantil tiene que ser entretenido, divertido, ese objeto que el niño no quiere dejar ahí. Por eso la literatura infantil tienen la maravillosa posibilidad que tiene toda la literatura, más allá de para qué publico sea, su misión es acompañar, entretener, ser una fuente de imaginación, es una ventana para escaparte de la realidad.

Y ahora lo que veo es cómo las editoriales te piden orientar su catálogo a temas como el matoneo, por mencionar un tema. Te indican de qué hablar y aunque es importante referirse a ciertas cosas, no podemos dejar de lado que la literatura es literatura. No es un género de autoayuda, la literatura no hará las veces de psicólogo, ni de pedagogo, ni de padre, la literatura tiene otra función.

¿Cuál fue tu primer momento lector?

Es un momento que tengo muy claro. Fui una niña tremendamente tímida, tímida de tener que ir al psicólogo, no hablaba con nadie, tenía miedo de ir al colegio y de que mis papás me abandonaran. Una niña incapaz de relacionarse con otras niñas. Para mi el colegio fue una cosa horrible.

Pero a los 11 años me ocurrió algo buenísimo. Me enfermé de hepatitis y eso me obligó a estar encerrada un mes en mi cuarto, sin televisión. A mí me fascinó porque no iba al colegio.

Me pasé cuatro semanas enferma y en la primera ya estaba aburrida porque se iban acabar las cosas que hacer. No era una niña lectora y mi familia tampoco.

Un día de sorpresa me visitó mi tía y trajo con ella un regalo, era un libro. En ese momento pensé que era el peor regalo, que me iba aburrir.  Pero como no tenía nada más que hacer leí el libro, era nada más y nada menos que Las Aventuras de Tom Sawyer. ¡Desde ese día, morí de amor!

Las Aventuras de Tom Sawyer fue el libro que definió el primer momento lector de María Fernanda Heredia.

Ese libro me pareció que era lo más maravilloso que me había pasado. Lo disfruté mucho pero apenas había pasado una semana y me quedaban tres de encierro. Entonces, con esa experiencia tan fresca de haber podido escapar de mi hepatitis gracias a Tom Saywer, abrí mi cajón y allí encontré un diario. Uno que nunca había escrito porque nunca tenía nada que contar pero que ahora me motivaba a crear mis propias historias.

Entonces leer y escribir nacieron al tiempo …

Sí y comencé escribir sobre esa vida que no tenía y  a crear mil historias. Me inventé una vida de una niña que se llamaba como yo y que tenía 11 años, como yo, pero ella era toalmente distinta. Ella era divertida, tenía amigas, no era tímida, ella viajaba, era linda, tenía novio.

Esa primera lectura de Las Aventuras de Tom Sawyer y esa escritura que surgió de mi diario, de esa vida que comencé a inventar, porque la mía no me gustaba, se convirtieron para mi en mis superpoderes.

Cuando pasaron las semanas y el médico regresó a mirar como seguía me dijo que ya estaba curada. Me dijo: “María Fernanda, desde mañana puedes hacer tu vida normal otra vez”. Y recuerdo que él me lo dijo como si fuera la mejor noticia pero para mí era la peor  porque lo normal no me gusta, la normalidad es horrible.

Con los nuevos superpoderes que tenía, prefería quedarme a vivir en esos dos espacios que me habían logrado sacar de la realidad. Para mi ese libro y mi diario lograron lo más extraño y maravilloso en mí, me dejaron ver que podía escapar, que había otro espacio para mí y que no estaba condenada a solo vivir en la realidad.

Gracias al encierro me encontré con la literatura y nunca más me volví a sentir sola. La lectura y la escritura vinieron gracias a mi hígado enfermo, siempre le estaré agradecida a la hepatitis.

Y así como llegó la lectura y la escritura, te inclinaste en tu carrera profesional por el diseño gráfico, entonces ¿cuándo llegó el dibujo?

Yo no pensaba que escribir pudiera ser una actividad a la que pudiera dedicarme. Para mí escribir y leer era tan divertido como jugar en la calle o montar bicicleta. Desde los 11 años no he parado de escribir. Pero a los 17 años cuando salí del colegio y elegí una carrera, la escritura no estaba en mis opciones y no me consideraba escritora. A mi me gustaba dibujar, era una actividad que podía hacer sola y como había sido tímida, cualquier cosa que me condujera a la soledad me hacía sentir segura y fuerte. Cuando tomé la decisión opté por diseño gráfico para ilustrar libros y cuentos. Eso sí en los cuatro años de carrera no dejé de escribir.

Aún así la vida te encaminó hacia la escritura …

Sí y ocurrió algo que marcó mucho mi camino. En una ocasión, cuando era estudiante de diseño vino a Quito, Ecuador, el escritor e ilustrador brasileño Ziraldo Alves Pinto. Yo lo admiraba muchísimo porque en la carrera habíamos estudiado sus obras y una especial, Flicts, que era brillante por la cromática, los símbolos y la sencillez para escribir.

Flicts, Ziraldo

Entonces asistí a la conferencia que iba a dictar y llevé mi portafolio de dibujos en todas las técnicas posibles para enseñárselos. Llegué como cuatro horas antes de la conferencia para garantizar la primera fila. Esas ilustraciones las hice en función de un cuento infantil que escribí, uno sencillo al que no presté atención porque era más importante la imagen para ese propósito y además en ese momento me sentía orgullosa de los dibujos.

Durante la espera apareció Ziraldo y me preguntó por qué estaba tan temprano en la charla si no había empezado. Le conté mi historia y bueno dije todas esas cosas ridículas que uno le dice a las personas que admira.

Ziraldo, me dijo que le enseñara mis dibujos. Así lo hice y expliqué cada uno de ellos. Cuando terminé él me sonrió y me dijo: “¿Supongo que quieres mi opinión?” Yo le dije “¡Por supuesto!” y entonces procede: “Como ilustradora eres bastante mala pero deberías darte cuenta de que aquí lo que vale es el cuento, tú eres escritora”.

Entonces, me decepcioné mucho e insistí en que quería ser ilustradora. Ziraldo me volvió a responder : “Si quieres ser ilustradora de cuentos no te voy a contradecir, tu eliges tu camino. Vas a mejorar pero nunca vas a ser excepcional. En todo caso, tú eres escritora, no pierdas el tiempo”.

Y yo pensé, en ese instante, que me decía eso porque me quería confundir, porque mis ilustraciones estaban tan mal que sus comentarios eran un consuelo. Entonces me enojé, me quedé en la charla y me volvió a mirar cuando se fue y reiteró: “No pierdas el tiempo, valen son tus historias”.

Aún así no le creí y trabajé durante 10 años como diseñadora en publicidad. Seguí escribiendo en paralelo sin saber que eso me conduciría a la literatura.

Pareciese que la escritura y la ficción te ayudaron a encontrarte …

La ficción me salvó porque tenía la capacidad de crear otras realidades en las que yo, consciente de ser inventadas, podía emocionarme con ellas las sentía reales y eso es lo fantástico.

Y quizá cuando digo que la ficción me salvó, muchos podrían pensar que no, pero yo recuerdo esa niña extremadamente timida, sola, triste, llena de miedos y cómo, de pronto, a partir de la lectura y la escritura, cambié. Ya la vida no me parecia tan horrible, me parecía divertida.

El mejor regalo que pude recibir después de Tom Sawyer fue una maquina de escribir que me dio mi abuelo. Me pasaba las vacaciones escribiendo diálogos entre personajes con una amiga imaginaria, con un novio. Todo lo que no podía decir en esa normalidad lo escribía y por eso, insisto, me salvó.

¿Cómo has superado tus miedos a través de la ficción y la literatura? 

Yo siento que la literatura sigue siendo para mi un permanente testimonio de mis temores, de mis miedos. No hay obra donde no aborde un miedo. Sigo escribiendo para luchar contra los miedos, esa es mi razón. Sigo escribiendo porque apacigua la ansiedad y angustia que me generan ciertas cosas atemorizantes, la palabra me devuelve durante un tiempo cierta tranquilidad.  Cuando yo tenía miedo a peder a mi abuelo, la literatura me permitió revelarme contra ese miedo y decir muy bien te lo llevas pero yo lo traeré cuando quiera. Y de vez en cuando en mis libros siempre hay un abuelo o una abuela, es mi rebeldía contra esa vida que no puedo controlar, que se me lleva personas y momentos.

Mis libros están atravesados por un lenguaje del humor, es mi manera de abordar temas mas dificil y espinosos. Mi desafio es crear historias entretenidas para hablar de temas dificiles.

El primer cuento que publicas es para tu abuelo

Gracias, es el primer cuento que publico cuando me doy cuenta que mi abuelo está enfermo y con el dolor más grande del mundo. Mi abuelo había sido un personaje importantísimo, el sostén de mi vida. Cuando soy consciente de que mi abuelo se va, como una avalancha de certeza, soy consciente de que se terminó la infancia.

Gracias, María Fernanda Heredia, Colección Garabato

El día que pierdo mi abuelo dejo de ser niña, ya no existe ese personaje que seguía mirándome como si fuera una criatura. Y comencé a ser grande y sentí un dolor de grande. Que me desgarraba como grande, ahí escribí Gracias. Este cuento no lo pensé como un libro de literatura infantil, lo escribí pensando en mí para transformar el dolor y con una manera especial

¿A qué te refieres con la forma en que escribiste el cuento?

Había desarrollado una forma particular de escribir, sin querer o planearlo a raíz de una ruptura de pareja que tuve a los 24 años.  A partir de esa clásica ruptura de telenovela, quedé hecha polvo, fue una ruptura brutal que me llevó a vivir sola porque necesitaba un espacio para llorar en paz, sin mis papás.

Entonces comencé a escribir sobre ese dolor que tenía dentro. Y ese dolor coincide con la muerte de mi abuelo. Yo temía que en cualquier momento mis papás, que estaban preocupados por mi, cuando me visitaran encontraran los relatos que escribía y se dieran cuenta que seguía triste.

Para evitar eso, empecé a escribir textos en los que no hablaba un hombre o una mujer, hablaba en vez una mariposa y una montaña o un oso y una estrella. Jamás se me pasó por la cabeza escribir algo infantil, en realidad, todos esos métodos eran para ocultarme a mi, a mi dolor. Entonces si alguien los leía podían pensar qué bonito escribe María Fernanda y ya está, no pensaban en que fuera algo personal.

¿Cuando se dieron cuenta qué tu eras la protagonista de las historias?

Una amiga encontró en una ocasión la libreta donde escribía y pensó que eran cuentos. Entonces me dijo que los iba a llevar donde un amigo de ella, que era editor de libros infantiles.

Yo no la quise contradecir, ella había estudiado conmigo, era ilustradora, trabajaba en una editorial y se los llevó. En ese instante yo solo pensé ¡Qué pena con el editor!

Unas semanas después, recibí la llamada de ese editor diciéndome que quería publicar todos esos cuentos, eran 15. Quería publicar una colección para niños prelectores, de cuatro a cinco años. Yo solo pensé: ¡Están todos locos, esto no es para niños! El editor pensó que yo era la loca y me dijo que la colección funcionaba, me insitió y acepté.

Entre los cuentos estaba también Cómo debo hacer para no olvidarteque recibió el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil Darío Guevara Mayorga

¡Sí! Cuando gané solo pensaba que el mundo estaba loco porque no entendía como un cuento que era tan íntimo, tan telenovela, primero estuviera publicado en una colección infantil cuando yo no me sentía cercana a la infancia y, segundo, que fuera la razón para que empezara a recibir llamadas de editoriales para escribir.

¿Cómo debo hacer para no olvidarte? - María Fernanda Heredia

¿Finalmente decidiste arriesgarte y escribir para niños?

Sí, después de varios años de trabajar simultaneamente en publicidad y escribir, entré a trabajar a Santillana pero en marketing. Allí conocí el mundo de la literatura infantil porque comencé a leer a grandes autores como Roal Dahl que me hicieron alucinar con sus historias. Y a medida que fui leyendo me di cuenta de qué quería hacer y comencé a escribir y a publicar hasta que en el año 2002 hice mi primera novela, Amigo se escribe con H.

 ¿Cómo nace Amigo se escribe con H?

Después de la ruptura que me llevó a escribir Cómo debo hacer para no olvidarte, que fue toda una descarga emocional, pasan unos años hasta que en 2001-2002 me enamoro de H. H era un amigo colombiano que vivia en Ecuador y él no se enamoró de mí.

Yo escribí este libro por las mismas razones que los anteriores:  no sabía cómo sacarlo de mí. Todo lo rumiaba, se quedaba dentro hasta que no podía más. Así que lo escribí sin ninguna intención de publicarlo, solo de sacarlo, de decir: ¡ay dios, él ya se fue y no le he podido confesar lo que siento porque el piensa que somos amigos!

Igual que en la novela, H me contaba sobre sus relaciones y sus emociones. Entonces escribí la historia y la guardé. Durante unos meses la única que la leyó fue una amiga  que trabajaba como editora de libros de texto escolares.

Ella leyó toda la novela y sabía la historia de H. Cuando terminó me pidió permiso para conservar la copia que le había dado. Yo le dije que sí, siempre y cuando nadie la leyera, sobre todo, H. Después me enteré que ella viajó a Colombia y había postulado mi historia al Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma Fundalectura (2003). 

Amigo se escribe con H de la escritora ecuatoriana María Fernanda Heredia.

¿Y cuando conociste la noticia qué pasó?

¡Casi me muero! La ventaja que tenía era que el concurso era en Colombia así que nadie sabía quién era yo, ni conocía mi historia. Al final me emocionó la fe que tuvo mi amiga, que ni yo tenía en mi. En ese momento pensé, pues no voy a ganar entonces no va a pasar nada. Yo leí las bases del concurso y decían que las obras que no ganan se destruyen y dije bueno ya está la destruyen y H ni nadie sabrá qué pasó.

Pero la historia cuenta otra cosa …

Sí,  pasaron unos meses y me llamaron a decirme que había ganado el premio. No solo eso, mencionaron que el premio consistía en un anticipo económico y en su publicación en TODA Latinoamérica. En ese momento pensé, bueno no creo que vayan a darle tanta importancia en Ecuador. Y tampoco tuve razón. Al día siguiente fue noticia en todo lado y yo solo pensaba en H.

Hacía poco tiempo que H se había ido a vivir a Colombia. La historia no había terminado bien y aunque no tuvimos una relación de pareja, tanto se resquebrajó nuestra relación como amigos que el archivo de la novela lo arrojé a la basura en todas sus formas.  Y justo cuando me anuncian que gané me dicen que necesitan el archivo digital de la novela y yo no lo tenía. Justifiqué que era la autora y mentí un poquito sobre cómo perdí el archivo.

Al final el libro se publica, voy a la Fería del Libro de Bogotá a presentarlo y todo fue alucinante. H me visito en el stand para firmar los libros, él había leído la novela y como decía en el libro era muy buen lector y verlo allí fue como cerrar el ciclo de la historia.

 “La historia mas bonita que teníamos que vivir es esta, la que está en la ficción”, esa fue la dedicatoria que le escribí en su copia.

Creo que hay historias que en la realidad no se dan y que en la ficción es donde encuentran todo el espacio para florecer.

De nuevo aparece la ficción

Yo le doy gracias a la ficción. Porque cuando hay niños que me preguntan porque elegí el final que escribí para H y Antonia les digo que hay historias en las que el mejor final es que dos personajes se digan adiós a tiempo porque si se quedan juntos no habrá “final feliz”.

De tus proyectos, ¿cuál consideras ha sido especialmente importante en tu trayectoria?

Hoy hago lo que hago gracias a Amigo se escribe con H. Nunca imaginé que un amor no correspondido, que me llevó a escribir una historia que era solo para mi,  fuera la puerta más importante para mostrar mi trabajo fuera de Ecuador.

Hablemos de Los días raros, cómo nace esa historia que hiciste con Roger Ycaza y que además fue ganadora del XVIII Concurso del Álbum Ilustrado A la Orilla del Viento.

Roger Ycaza es mi amigo del alma, mi compañero en los 14 -15 libros que hemos trabajado juntos, es un amigo entrañable y tan pronto nos conocimos hubo un flechazo de complicidad en este trabajo de escribir e ilustrar.

Roger es la primera persona a la que yo le entrego un texto para que lea y siempre estamos compartiendo de primera mano lo que hacemos. Entonces, hace unos años, él quería escribir un libro que tenía que ver con sus fantasmas y dolores, me preguntó si lo ayudaba y por supuesto le dije que sí. En esa revisión del material que él había adelantado le propuse que según las frases y las ilustraciones que me envió podía escribir la historia.

Y este libro sucedió a la inversa porque normalmente yo escribo y el ilustra después. En este ocasión tuve las ilustraciones y textos previos entonces me sujeté a todo por respeto a su trabajo y a la historia que me había confiado. Era un dolor, un sufrimiento y un pasado en el que debía caminar en puntitas para armar la historia. Le propuse tres historias.

Me llamo unos días después llorando a mares. Elegimos la historia que los dos sentimos era la adecuada.  Los Días Raros es un cuento de Roger, yo soy un accesorio feliz y agradecido. Esa historia es él, ese adiós y esos días raros le pertenecen. Mi tarea era trasladar al papel y convertir en historias sus sentimientos. Por eso el final dice: “Lo bueno que tienen los días raros es que un día se aburren y se van”.

Los días raros de Roger Ycaza y María Fernanda Heredia

¿Cuál sería el consejo que darías a alguien que se quiera dedicar a ser autor de libros para niños? 

A quien quiere escribir primero le diría que debe leer muchísimo. A veces pensamos que somos capaces de crear historias alucinantes y resulta que hay que pasar por una librería y mirar hacia a un lado o al otro y volver a la tierra. Un escritor debe leer mucho hasta que escuche su voz, que encuentre eso que se va a convertir en su motor para contar historias. Hay que escribir con humildad, con la certeza de que somos obreros de palabras y luego debemos despójarnos de todo prejuicio sobre lo infantil. El hallazgo más grande que he tenido es que lo que yo pensaba de infantil no lo era.

¿Y el mejor consejo que te han dado a ti hasta ahora?

El consejo mas importante que me dieron no fue pensando en la literatura infantil sino en la escritura. Cuando yo trabajaba en publicidad mi jefe me dijo que las tres claves para un nuevo proyecto eran: primeor, escribir con las palabras más sencillas que puedas encontrar, escribir bien no quiere decir escribir con palabras con 25 sílabas. Segundo, escribe para otro ser humano no un académico, permite que las emociones se deslicen por las palabras, de hecho las palabras más bonitas son aquellas empapadas en emociones. Tercero, tu nombre no importa, importa la obra, trabaja para ella. Los aplico todos los días.

¿Qué consejo le darías a los padres para que sus hijos se acerquen a la lectura?

Que lean y sean un ejemplo. Ver a un padre leer con gusto queda en la memoria de los niños. Si hay algo irresistble para cualquier ser humano es una historia bien contada, por eso les diría que lean y que exploren libros para niños y jóvenes.

No tiene chiste recomendar algo que no has leído, que no conoces y que no te divierte.

Informate, déjate recomendar por el librero, escucha a tu hijo y conócelo y que esa curiosidad te lleve a ayudarlo a elegir un libro. Si es irresistible  encontrar o enfrentarnos a una buena histoira, entonces que sea el padre o la madre quien transmita el relato hace que esa relación con la lectura se vuelva natural y aún más especial. A mi me encantaba cuando mi abuelo me recomendaba libros, pensaba que si él me está hablando de uno es porque tenía que ser bueno.

¿Cuáles son tus próximos trabajos?

Estoy trabajando en un proyecto en el que hablo sobre el abuso sexual infantil. Como comenzamos hablando en esta entrevista, hay libros que ayudan para algo y libros que son buena companía, que sucitan y entretienen. Mi propósito con los próximos volúmenes que siguen la historia de Los Fantasmas tienen buena letra (2018) , es que en esta novela corta el lector resuene, haga suyo el texto y se conecte con la historia. Los fantasmas son la representación de un miedo y debemos saber sortearlo.

¿Nos recomiendas un libro?

Un autor al que leo y releo y es Stefan Zweig, La Colección Invisible es mi favorito. También recomiendo a autores como Roal Dalh, su prosa es maravillosa y aborda cualquier tema con un desparpajo que me encanta. Morí de amor leyendo Un pasito y otro pasito de Tommy de Paola. Cuando descubrí estos autores para mi la literatura infantil alcanzó otra dimensión. Conocí a autores como Elvira Lindo y su historia Manolito Gafotas, es una escritora tremenda.

 

Puro Power

Esta entrevista con Paola Gaviria conocida como Power Paola revisa su camino hacia la ilustración y nos cuenta cómo ha sido su proceso.

Powerpaola lleva con ella, como todo buen observador y artista, una libreta donde acumula ideas y dibujos. Nos hace recordar el legendario cuaderno que utilizaron durante los dos siglos anteriores artistas y pensadores como Vincent van Gogh, Pablo Picasso y Ernest Hemingway para dar inicio a sus obras. 

No tuvimos el chance de hablar en persona, pero Powerpaola respondió a mis preguntas como si nos hubiésemos encontrado para conversar. La artista plástica, historietista e ilustradora nació en Ecuador pero ha vivido en Colombia, Francia, Australia y Argentina. Toda una nómada contemporánea. Hablé con ella sobre su trayectoria, el dibujo y sus futuros proyectos.

Entrevista para el blog Y si me cuentas un cuento a la ilustradora y dibujante Power Paola.

¿Cómo te encaminaste en la ilustración y en el dibujo?

He dibujado siempre, desde niña. Luego estudié Artes Plásticas y me dediqué a la pintura de lleno hasta 2006. El dibujo siempre fue mi compañero para entender el mundo. Desde adolescente cargo con una libreta o una especie de diario donde voy acumulando dibujos, ideas y de ahí nacieron mis ganas de hacer historieta e investigar diferentes posibilidades que tiene el texto y la imagen.

¿Para ti, qué es el dibujo?

El dibujo es un ejercicio, así como para un músico es necesario practicar varias horas al día para mi es igual con la escritura y el dibujo.

¿Cómo das inicio a tu proceso creativo para ilustrar tus historias? 

La ilustración es un trabajo que hago para sobrevivir.  Me considero dibujante e historietista, prefiero hacer historietas, crear mis propias historias a partir de lo autobiográfico. No me gusta mucho que me digan qué y cómo dibujar y es ahí la diferencia que yo encuentro entre ser ilustrador o dibujante.

No sé muy bien en qué momento el dibujo se vuelve texto y al revés.

 ¿Te sientes cómoda en alguna técnica de dibujo específica?

No, me gusta más la idea de experimentar siempre, dependiendo del proyecto.

¿Cuál ha sido uno de tus trabajos preferidos de ilustrar?

Donde tengo total libertad de hacer lo que yo quiera, como en el Folha de San Pablo o algunas portadas de libros donde me siento inspirada por el escritor.

¿Cuál fue tu primer proyecto a nivel profesional?

Mi primer proyecto profesional fue a los 16 años donde hice ilustraciones sobre ecología (Sunrise Peace and Ecowear) para una empresa de camisetas durante  cinco años. Fue mi escuela. Me pedían como 50 dibujos semanales. Luego fui ilustradora para la Revista de la Universidad de Antioquia cuando estaba estudiando Artes Plásticas en Medellín.

A Liniers lo conocí en la época que comenzaron los blogs, 2007 más o menos. Todos los historietistas nos empezamos a conocer ahí. Luego cuando empecé a hacer Virus tropical participé en una convocatoria de literatura en Colombia y lo propuse como tutor. No gané, quedé en segundo lugar. Pero Liniers y Angie, su esposa, abrieron su propia editorial y decidieron publicarme.

¿Cuál fue el proceso para llevar tu novela gráfica Virus Tropical al cine?

Fue desglosar la historieta. Hacer de nuevo todos los dibujos por separado. Como una especie de inventario de ciudades, objetos, lugares, gente de mi propia vida. Fueron cinco años de investigación, experimentación y dibujo.

El libro Virus Tropical escrito e ilustrado por la colombiana Paola Gaviria mejor conocida como Power Paola.

¿Ha habido algún trabajo que consideres especialmente importante en tu trayectoria hasta ahora además de Virus Tropical? 

Creo que mis libros autobiográficos son con los que mejor me representan: qp, Todo va a estar bien, Nos Vamos, Por Dentro/ Inside y Diario de Powerpaola.

¿Cómo es un día en tu trabajo?

Cada día es muy distinto. Tengo que organizar mi tiempo entre responder mails, cocinarme, pagar cuentas, comprar comida y dibujar. Además tengo una vida muy nómada, así que viajo trabajando en distintos proyectos personales y de ilustración a pedido.

Háblame un poco de Chick Comics, ¿cómo nace este colectivo?

Este proyecto transatlántico nació en 2008, cuando Anna Basbacker y yo nos encontramos y decidimos que queríamos trabajar juntas y buscar otres amiguas historietistas. No conocíamos muchas mujeres que hicieran historietas, así que lo armamos para conocernos. Así fue como iniciamos Chicks On Comics, un blog que reúne el trabajo de seis artistas del cómic de Europa, Asia y Latinoamérica. Estas viñetas se entrecruzan, conversan y mezclan los lenguajes de cada una en un mismo soporte. Las chicas ahora somos: Delius, Clara Lagos, Caro Chinaski, Maartje Schalkx, Pixin y Zane Zlemeša. Hoy en día Anna está en transición y se llama Joris. Así que ya no somos más un grupo solo de mujeres.

¿Cuál sería tu proyecto ideal?

Me encantaría volver a pintar y poder dedicarme de lleno a mi trabajo personal.

¿Cuáles son tus referentes, lo que te inspira o te influye? 

La vida misma, caminar por las ciudades y observar a la gente como actua, las conversaciones, mis propios errores.

¿Cuál sería el consejo que le darías a alguien que se quiera dedicar a la ilustración o el dibujo?

Que dibuje mucho, que cultive ese ejercicio.

Todo va a estar bien (novela gráfica) de Powerpaola
Extracto de la novela gráfica “Todo va a estar bien” de Powerpaola.

¿Cuál es el mejor consejo que te han dado a ti en este campo hasta el momento?

Que aprenda a vivir con poco.

¿Qué es lo más importante a la hora de plantearte una ilustración cuando te toca un tema complejo?

Para mi lo más importante es ver como otra gente lo ha solucionado para no repetirme y tampoco caer en el cliché. Y pensar como eso ha hecho parte de mi vida.

¿Cuáles son tus próximo proyectos?

Siempre trabajo en muchas cosas a la vez. Por eso me demoro tanto en terminar algo, pero hay muchas cosas en camino.

¿Tienes algún consejo para aquellos que se acercan apenas a la literatura infantil?

Que la piensen como literatura.

De no perderse este libro ilustrado por la dibujante Power Paola, Diccionadario, escrito por Dario Jaramillo y publicado por Cataplum Libros.
Diccionadario, escrito por Dario Jaramillo e ilustrado por Power Paola y publicado por la editorial Cataplum Libros.

¿Nos recomiendas un libro?

Pictures out of my life (1971) de Dorothy Harley Eber que entrevista a Pitseolak Ashoona, una mujer del polo norte que dibujaba todo lo que sabía que iba a dejar de existir por la colonización y el cambio climático y era su manera de registrar lo que pasaba ahí  y que ahora no existe más.

“La palabra también es para jugar”, Maité Dautant

Con Maité Dautant conversamos dos horas sobre libros para niños. Hablar con ella es tener una clase magistral de literatura infantil y tradición oral. Sobre todo, es un gusto poder escuchar a una académica e investigadora ser tan generosa con su conocimiento y experiencia.

Actualmente es profesora de Lengua de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela, es investigadora en literatura infantil, promotora de lectura, especialista en tradición oral y además fue gerente de documentación e información del Banco del Libro de Venezuela.

Nos reunimos para hablar de un libro que leí cuando tenía ocho años, ¡No se aburra! Recuerdo reírme a carcajadas y reconocer en los refranes y adivinanzas muchas de las enseñanzas que mi papá repetía cuando era pequeña. Hace poco, la editorial Cataplum Libros reeditó el libro en una versión muy bella que no pueden dejar de leer y compartir.

Los libros de Cataplum pueden encontrarlos en las librerías de la Asociación Colombiana de Libreros Independientes (ACLI) como Mr.Fox, Babel y Garabato.

Este libro la reeditó Cataplum Libros.

¿El libro álbum es un género en construcción?

Diría que es un género en transformación, va mutando y adaptándose a distintos públicos como a distintos intereses. Su familiaridad con la novela gráfica y con otro tipo de libros, que son más del mundo de adultos, hace que se genere una cierta familiaridad que se sale del mundo exclusivo de los niños. Además, creo que va cambiando según las tendencias de la ilustración, según los estilos que desarrollen los autores y los intereses del público.

Entonces, ¿Hay literatura para niños o para todos?

Pienso que hay una literatura creada para un público específico. Ciertamente, si es literatura y está construida con la intención de propiciar una experiencia estética que deje una resonancia en el lector infantil, puede funcionar perfectamente para el adulto. Pero, indiscutiblemente, el público infantil tiene unos referentes, una visión, un conocimiento del mundo distinto. Las franjas de edades que manejan las editoriales no son simplemente un capricho o una manera de organizar su trabajo para el plan lector, sino una conciencia de que la formación de un lector es un proceso y cada uno está en un punto distinto de su propio proceso.

¿Cuáles deberían ser esos elementos que debe tener un libro para niños?

Algunos de esos elementos son el tema, el enfoque del tema, el tipo de personaje, la perspectiva del narrador y la perspectiva de los personajes. A partir de los diálogos, por ejemplo, puedes observar y notar si pueden ser comprendidos por niños de cierta edad. Por supuesto, esto no implica que no haya un reto para el lector en algún momento. Pero sí tienen que estar presentes unos mínimos elementos conocidos para que el niño se atreva a entrar en ese libro y esté cómodo allí.

Y es importante tener en cuenta que el libro como objeto cultural no es producto de una sola persona, porque no es el autor que tuvo una idea genial y creó una historia maravillosa, contundente y estremecedora. Ese es apenas el punto de partida del libro. Tras bambalinas está el ilustrador, el director de arte y en medio de todo un editor. Por eso, hace falta que los editores tengan formación, conozcan de literatura, de literatura para niños en particularm, y que además conozcan de niños.

Con esto te refieres también a la sensibilidad para hacer estos productos editoriales…

Sí. El editor debería saber cuáles son los intereses de la generación con la que está trabajando, pero además conocer qué hay en el mercado, qué se está ofreciendo y qué puede ofrecer de diferente o de novedoso. Porque parte del trabajo editorial es propiciar el acercamiento a la literatura, propiciar el gusto por la lectura, no solamente producir un libro que se va a vender. Una editorial ofrece a una persona en etapa infantil la posibilidad de experimentar la literatura y aproximarse a una historia interesante. El verdadero editor tiene un trabajo complejo, de hilar fino como conciliar un texto con un ilustrador, diseñador, con un director de arte para que ese trabajo en su conjunto genere una obra artística.

En ese sentido, ¿cómo entra el adulto mediador a determinar qué tema es para niños y cuál no lo es?

Yo no creo que haya un tema que no se pueda abordar con los niños, el asunto es cómo se aborda y cuál es el enfoque que le das. Conozco diferentes textos sobre guerra, violencia o muerte y la diferencia está en cómo y en qué se dice de eso. Porque esa es una realidad y la literatura habla sobre la realidad. Por ejemplo, no creo que sea necesario que en un libro para niños de siete años tenga que hablar de la violencia o de la muerte con crudeza, porque después de todo la literatura es arte, no es una crónica y tampoco un periódico. La misión es usar el lenguaje para aproximarse a las grandes experiencias humanas desde la función poética de la lengua. Entonces si hablas de las cosas con naturalidad, con humor y realmente creando literatura el lenguaje genera un efecto y una resonancia en ese lector.

¿Cómo juega en esa elección de temas el autor?

Hay autores que escriben conscientemente para niños, pero hay otros que simplemente escriben cosas que pueden interesarle a los niños. En cualquier caso, el que escribe tiene en mente un interlocutor ideal, aunque sea de manera inconsciente, y ese interlocutor le está proponiendo una mirada sobre la realidad a través del arte. En el caso de los autores de libros para niños considero tienen toda la libertad de escoger el tema que sea.

El problema viene cuando hay un adulto mediador que no es lo suficientemente flexible, que tiene prejuicios, temores y no se atreve a dejar el libro al alcance. Si un padre o adulto tiene un prejuicio le va a costar ofrecer una lectura, pero puede dejarlo al alcance del niño para no cerrarle el paso.

Cuéntame más sobre ese paso que los mediadores cierran al libro y quizás no se dan cuenta.

Algunos padres, maestros y bibliotecarios tienen terror a ciertos temas, cosas que piensan que son nocivas y entonces cierran el paso a los niños. Por ejemplo, las listas de libros prohibidos en bibliotecas estadounidenses son lamentables. ¿Por qué vas a censurar un libro porque el niño está desnudo en la portada? ¿Acaso están representando una cosa que no es? O ¿están promoviendo algo más? La respuesta es: no están promoviendo nada.

¿Y qué pasa con algunos títulos que no “deberían” ofrecerse y sí están en la biblioteca?

Si el título en discusión está mal escrito, promueve prejuicios, el maltrato a los diferentes, ahí si debo tener cuidado. Si es un libro que no aporta ni me está ofreciendo una experiencia literaria entonces prestaría atención. El asunto es que los adultos tienen miedo a ciertas cosas y piensan que no es tiempo de hablar de algunos temas y no quieren tener que atender las preguntas que vayan a hacer los niños. El libro en sí mismo no es cómodo, está hecho para incomodar.

A veces hay interpretaciones que no son más que lecturas personales de una obra y marcan al libro.  Los libros tienen diferentes niveles de lectura según quien lo tome.  La rigidez de los seres humanos y la incapacidad de entender que lo que estás viendo es una lectura desde tus experiencias de vida y desde tu historia personal, hace que el adulto le cierre el paso al libro. Esto porque piensa que el pequeño va a ver lo mismo y no es así, porque su capacidad de interpretar es distinta y por supuesto su imaginación lo lleva para otros lados.

Pero cuando van creciendo pareciese que ese adulto mediador se desvinculara de esas decisiones de lectura abriendo camino a buenos y malos títulos, si se puede decir así.

Con respecto a los adolescentes pasa otra cosa, en la infancia uno de los mayores deseos es poder crecer y tener acceso a lo que hacen los adultos: tener independencia y autonomía. Cuando llegas a la adolescencia ese deseo se exacerba porque físicamente tienes más posibilidades. Resulta que el adulto como ya ve que el adolescente es autónomo entonces ya no tiene tanto cuidado de ver que está leyendo.

Ciertamente, la distancia entre el adulto mediador y el adolescente puede favorecer el acceso a temas que para el adulto son un poco incómodos. El riesgo es que sea un libro comercial que satisfaga curiosidades sobre el sexo, la adultez y el alcohol, por ejemplo, y no le esté ofreciendo realmente una experiencia literaria que lo lleve a crecer como lector.  Es por esto que el mediador tiene mucha responsabilidad porque así el adolescente tenga la libertad de escoger, el adulto tiene el compromiso de proponer otras cosas distintas y de mayor calidad.

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Tuve la oportunidad de leer ¡No se aburra! cuando tenía ocho años ¿cómo fue la recopilación de estos textos?

Esto fue un poco a manera de juego. Hace muchísimos años que se hizo la primera versión, en 2006. En ese entonces yo trabajaba en un centro de documentación especializado en libros para niños, era referencista y documentalista. Y para ese momento María Fernanda Paz Castillo, actual directora de Cataplum, me propone hacer una recopilación de la tradición oral latinoamericana teniendo en cuenta mis conocimientos sobre el tema y por mi vínculo familiar a la oralidad.

Así empecé a hacer una recopilación muy grande de toda América Latina y lo primero que incluí fueron todos esos refranes que yo escuché en mi vida y me habían enseñado desde mi casa. Después hice una investigación más profunda, y decidimos que el libro tuviera más elementos de humor que llamara a la risa y al final decantando todo el contenido, quedó plasmada mi experiencia familiar.

¿Por qué crees que el libro tuvo tanta acogida en ese entonces y ahora?

Este libro funcionó porque está pensando con la intención de que mueva a la risa y a los niños y con la consciencia de que no es un libro para niños pequeños. La razón es porque hay ciertas formas de humor que uno no desarrolla hasta después de los siete años.

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¿A qué te refieres con las formas de humor?

La ironía, la parodia, y el sarcasmo son formas de humor que uno termina de comprender a partir de los siete años. En la primera infancia, la risa la provoca la inversión, la torpeza, el disfraz, y las cosas escatológicas. Pero la forma más compleja de humor, por un asunto de desarrollo cerebral, se entiende mejor, cuando los niños son más grandes. Esto no quiere decir que no pueda leerlo un niño pequeño, porque hay juegos de palabras que no son de mucha complejidad y que podrían entenderlo.

¿Cuál es el valor agregado que ofrece este tipo de libros con juegos de palabras ?

Este libro le da un pequeño poder al niño. El poder de saber algo que quizás alguien más no sabe. Es un libro que te permite el juego con el otro y uno de los dos tiene la respuesta. Puedo incluso burlarme un poquito del interlocutor que seguramente no va a dar con el acertijo que le proponga. Así que entre la primera experiencia de risa con el juego de palabras, después probarlo con alguien más, tener una pequeña víctima y reírte, esto le da otra dimensión al libro.

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¿Cómo entra a jugar un rol la oralidad en la formación de los niños?

La oralidad forma el oído. Desarrolla en el niño la comprensión del ritmo de las palabras, y entender las rimas, coplas, adivinanzas. Pero además aproxima al niño a la sabiduría popular y a nuevas maneras de ver el mundo. Quizás el elemento más importante es que ofrece al niño la posibilidad de jugar con la palabra.

La palabra no solo es para aprender a leer y escribir o para hablar correctamente. La palabra también es un material con el que se puede jugar, que se presta para ese propósito.

¿Qué pasa con el adulto mediador cuando se aproxima a estos libros?

De manera inconsciente, hay mediadores que piensan que este libro realmente no es lectura, que no les aporta nada. Piensan que son libros ligeros, que no están formando a un lector para que se aproxime a la literatura y eso es lamentable porque le cierran el paso a una experiencia importante con el lenguaje.

Además, muchos desconocen que la lengua tiene un ritmo y el ritmo no solo está en la poesía también está cuando tu lees narraciones y según la situación puede ser acelerado o lento. Por ejemplo, con la palabra tu puedes representar la agitación de un personaje o la tristeza o la emoción.

La verdadera oportunidad que da este libro para los adultos y los niños es aproximarse a la lectura de una manera distinta dándole vida al texto a través de la oralidad.

Por eso los padres o mediadores necesitan una guía para saber como llegar a estos libros de rondas, canciones …

En la Feria del Libro de Bogotá, el pasado mes de abril, observé a padres que no querían escoger libros que tuvieran juegos de palabras, les decían a los niños: “agarra lo que tenga más texto, lo importante es que leas bastante”. Y la realidad es que así no funciona. Lo importante no es la cantidad de palabras que tenga el libro, el libro puede tener 200 páginas y no interesarle. La clave está en que ese el libro sea el gancho para que el niño se aproxime al libro como posibilidad de entretenimiento.

Esto convierte a los niños y a los padres en transmisores de tradición oral, de ese saber popular que con el tiempo se ha ido perdiendo. Y además abre la ventana al padre y al niño de tener un momento juntos para un juego, para saber que abre el espacio para la familia y la posibilidad de jugar.

¿Qué consejos le das a los padres ahora que mencionas su labor como mediadores de la lectura?

 Los hijos no vienen con manual y ser papá tampoco. Por eso mis consejos para los papás dan inicio con una premisa: el padre debe tener un real interés por su hijo, compartir momentos y comunicarse.

  1. Debe comprender que el niño es una persona distinta a él.  Por consiguiente, no puede pensar, actuar, sentir o necesitar lo mismo que él, ni en su infancia ni en otro momento.
  2. El niño es una persona que está pasando por un momento de vida diferente al que tiene el padre. Es una persona que está descubriendo el mundo y tendrá hipótesis sobre él, unas erradas y otras acertadas. El padre tiene el compromiso de ayudarlo a verificar esas hipótesis y orientarlo para que entienda y vea cómo es la realidad.
  3. Un adulto mediador debe conocer los intereses del niño para saber qué ofrecerle o cómo acercarlo a ese libro para iniciar su camino a la lectura.
  4. Cuando un niño pide a su papá que lea el mismo libro todas las noches no es por que sí. Los niños necesitan rutinas y repetición para fijar conocimientos y experiencias. La repetición en la primera infancia brinda seguridad y certeza sobre lo cotidiano. Cuando repite una historia, él la experimenta.
  5. Si quiero que el niño lea otra cosa puedo ofrecerlo en otro momento de la rutina. Para aproximarme con otro título le puedo proponer leer algo antes y luego su favorito que es el que necesita para calmarse antes de dormir.
  6. No todos los niños están interesados en los libros o en leer y escribir. Es importante que el adulto mediador ofrezca la experiencia porque es fundamental para la vida del ser humano, nosotros habitamos la cultura escrito. Por eso es crucial que los niños y adolescentes tengan la oportunidad de vivirlo como una experiencia gratificante y no como imposición.

¿En qué estas trabajando ahorita?

Soy docente de lengua de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela y mi misión es investigar como ayudar a mis estudiantes a aprender a escribir sin demasiado sufrimiento (dijo entre risas). Ahora, estoy trabajando en una recuperación de un texto de tradición oral algo así como la versión venezolana de Piel de asno de Charles Perrault. También estoy dando talleres de exploración literaria para adolescentes escritura en Liebre Lunar.

Recomiéndanos un libro que pueda crecer con el niño y un autor que te guste

El libro, Un lunes por la mañana de Uri Shulevitz  y el escritor, Triunfo Arciniegas

“El libro debe ser un objeto presente en casa”, Jairo Buitrago

Entrevista con el escritor colombiano Jairo Buitrago

Cuando era pequeño y cursaba tercer grado, Jairo Buitrago estaba enamorado de su maestra de la escuela.

“Ella nos leía, durante una hora que no era oficialmente para lectura, libros como La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson”, dice Buitrago. Entre muchos otros libros que leyó, su maestra dedicaba siempre cada día a un capítulo de la historia. Esta rutina, dice, fue clave para su acercamiento a los libros.

El escritor e ilustrador colombiano vive en México desde hace siete años. Hablamos con él para conversar sobre su recorrido desde ambos universos y compartir con nosotros su proceso creativo para escribir León y Ratón que hizo junto con Rafael Yockteng para Cataplum Libros.

¿El libro álbum es un género en construcción?

Creo que está definido hace mucho tiempo. Algunos quieren establecer reglas alrededor de los libros ilustrados, pero a mi no me gusta ponerme bajo todas esas normas o que un libro álbum debería de ser de cierta manera. Mis libros son libros álbum porque corresponden a cierta manera de narrar una historia con imágenes y texto. A mi me gusta hacer libros, así, sin tantas etiquetas.

¿Cómo das inicio al proceso creativo desde las dos miradas que tienes?

Creo que de la misma forma que cualquier escritor. Se me ocurre una idea, pero pasa que pienso en imágenes y no tanto en palabras. A la hora de definir la estructura narrativa le doy mucha importancia a la imagen entonces el proceso tiene varias etapas desde la concepción de la historia. Me parece muy importante el texto, que esté bien escrito y que se acerque al lenguaje poético cuando es necesario o a la síntesis y sea directo cuando se ofrezca.

Y, ¿qué pasa con el proceso de ilustración?

En ocasiones también dibujo todo el libro como lo imagino. Tiene cambios, claro. Ahora, cuando yo no ilustro mis  libros reconozco que cada ilustrador tiene su propio universo y lo que procuro es respetar esos mundos. Por eso me gusta conocerlos para saber qué voy a encontrarme cuando ilustren mis historias.  He trabajado en dupla con Rafael Yockteng y hemos logrado una simbiosis que buscar muchos autores con sus ilustradores. Con él hicimos León y Ratón para Cataplum Libros. Pero además de Yockteng he trabajado con Roger Ycaza y Juan Camilo Mayorga con quienes he tenido gustos parecidos y al mismo tiempo nos damos libertad para cada etapa del trabajo.

La figura del león es un personaje que se repite en varios de tus libros, ¿por qué?

Por todo lo que representa esta figura a nivel simbólico, gráfico y estético. Es casualidad que tres de mis historias, tengo más con leones, han sido mis libros más logrados como Camino a Casa, León y Ratón y Leonor y Sansón. El león me gusta mucho porque es un animal casi totémico en la historia de la humanidad. Ha estado presente en casi todas las culturas del viejo mundo, es una figura felina de fuerza y misterio.

¿Cómo fue la construcción de León y Ratón?

Este libro tiene una estructura muy simple, es una fabula que tiene muchísimos años y se puede rastrear hasta la Grecia antigua. Ambos animales me parecen personajes muy atractivos, el león con todo lo que significa y el ratón con su astucia y lo indefenso. Esta era una historia que inicialmente hablaba de que un favor se paga con otro favor, pero lo transformé en una historia de amistad. El propósito del libro es ver cómo la amistad puede trascender la forma de ser, tu aspecto físico y lo quise explorar a través del humor que podían tener estos dos personajes antagónicos. Además, gráficamente se ven geniales: el león imponente y frívolo y el ratón parco en su vida cotidiana y abierto a pesar de los miedos.

“El libro debe ser un objeto presente en casa”, Jairo Buitrago.

¿Qué fue primero ilustrar o escribir?

Fue al tiempo. Mi primer libro está ilustrado y escrito por mi se llama El Señor L. Fante lo publicó Babel en el 2006. Pero también he ilustrado para otros autores, hice La casa de Elisa un libro muy bonito de Nora Cecilia Navas. Así que he participado en ambos lados de la historia, escribiendo e ilustrando.

Y entre ambos mundos, ¿elegirías uno?

Me gusta mucho escribir, dedico gran parte de mi vida a las palabras y siento que ese es mi oficio. Me siento más escritor porque además como ilustrador tengo muchas deficiencias técnicas que tengo que suplir.

¿Cuál de tus trabajos es el que consideras el más importante hasta ahora?

Tengo tres libros que han sido muy importantes en mi trayectoria. El primero, León y Ratón, que publiqué con Cataplum, porque creo que es un verdadero libro álbum, clásico, para niños y logré regresar a la intención primaria de que los niños se diviertan con él. El segundo es Los irlandeses que publiqué con Babel y lo ilustró Santiago Guevara. Este libro es un ejercicio mucho más complejo donde ya me puedo desenvolver como escritor y trabajé la parte gráfica de una manera distinta a lo que había hecho hasta el momento. Tercero, Leonor y Sansón, porque creo que es un libro al que le puse mucho de mi interior, es auténtico es uno de mis relatos más logrados.

León y Ratón de Jairo Buitrago

¿Cuál ha sido el libro más difícil de trabajar?

He publicado varios que han demandado un trabajo complejo. Pero creo que aquí es importante resaltar cada persona que hace parte del proceso de la producción del libro como el ilustrador, el editor, el director de arte y el diseñador editorial. Todos ellos engrandecen algo que yo escribí. Por ejemplo, Los irlandeses fue un libro complejo y lo trabajé junto con María Osorio en Babel de una manera muy exigente y por eso publicamos un libro muy bien hecho. Y bueno, la manera de trabajar aquí un texto es diferente a cómo lo hago con una editorial anglosajona que son más clásicas y que ven los libros para niños desde otra perspectiva.

¿Cuál es esa perspectiva anglosajona?

Los anglosajones tienen temas vedados  y los editores son muy sinceros al decirte qué no les interesa y qué si va a gustarle a un público lector. En esa zona del mundo son muy dados a los detalles finales para que el libro sea estéticamente un objeto bello. Ese carácter creo que es lo que falta en las editoriales latinoamericanas que, si bien hay publicaciones preciosas, los anglosajones nos llevan mucho tiempo de ventaja.

¿Y cómo somos aquí frente a las temáticas?

En Latinoamérica somos más complejos en cuanto a temas, un poco más osados en cuanto a lenguaje y situaciones, pero todavía somos muy clásicos en la parte gráfica. Al mismo tiempo tiene que ver con que en Europa y en Norteamérica los ilustradores ya están profesionalizados, se dedican únicamente a ese oficio. Nosotros sabemos que a veces en países como los nuestros no todos los ilustradores son profesionales o por cosas ajenas a ellos no pueden tener la constancia y el flujo de trabajo que tiene un ilustrador en otro país. De todas maneras, como han surgido los libros para niños aquí le ha dado un toque especial a nuestras publicaciones y la prueba es que se entienden allá y acá.

¿Qué te sirve de fuente de inspiración?

Con Los aeropuertos, por ejemplo, un libro que publiqué con la editorial Castillo y que ilustró Juan Camilo Mayorga, la historia es autobiográfica. Todo lo que ocurre en la ciudad con la perrita callejera que quiere ser adoptada, me ocurrió a mí. Yo trato de matizar y de dosificar partes biográficas en muchos de mis libros.

En Leonor y Sansón hay muchas vivencias mías en otro tiempo o parte de mi infancia. Pero también en mis libros hay imaginación y en los que tienen hechos reales recurro a fuentes históricas y soy riguroso frente a la época que me esté refiriendo. Una de las cosas que suelo hacer es incluir detalles de mis propios gustos personales, a veces no se notan mucho y los niños quizás no lo ven, pero son guiños de mi mundo y del ilustrador donde plasmamos nuestras obsesiones o asuntos en el resultado final del libro.

El trazo espontáneo de Juan Camilo Mayorga
Los Aeropuertos

 

¿Cuáles son tus referentes, qué te influye?

A mi me gustan muchos los libros ilustrados de los años 60. Creo que fue la época de oro para gran parte de la literatura infantil. Siento que estoy más cercano a los libros ilustrados, para adultos o para niños, que de la literatura infantil en sí. Mi formación como Literato tiene diferentes influencias y de todo tipo. Por ejemplo, el dibujante André François, el ilustrador y también dibujante Saul Steinberg que son referentes de la ilustración. En cuanto a influencias de libros para niños, me gusta Tomie dePaola, Eric Carle, o Maurice Sendak que son autores que admiro muchísimo porque su fuente única de inspiración fueron los niños.

¿Y en ese sentido, es cierto que existe una diferencia entre los libros infantiles frente a otro tipo de libros?

Son buenos libros aquellos que pueden leerse a cualquier edad. Sin embargo, creo que sí hay una literatura y unos libros que están pensados en las necesidades de un niño. Y siento que los álbumes ilustrados, los libros para bebés son la prueba de que esos libros están pensados para alguien que está abriendo sus ojos a las historias, a empezar a enamorarse de los libros y de sus historias. Siento que la poesía que hay en los libros para niños es universal y trasciende.

¿Qué consejo le darías a los padres para que sus hijos se acerquen a la lectura?

Los niños tienen que ser libres para escoger lo que quieren leer, pero también necesitan de una guía sutil que les diga qué leer. Por ejemplo, que de alguna manera se puedan encontrar con un libro que leyó el papá o la mamá cuando eran niños, un encuentro muy afortunado. Yo sé que no pasa todo el tiempo, a veces se necesita que haya una maestra muy especial en la escuela que guie de alguna forma el acercamiento a los libros, pero siento que se puede leer mucho en casa sin necesidad de que se lea tanto en la escuela. Creo que lo primero que deben hacer es que el libro sea un objeto presente en casa, que el objeto libro esté ahí.

¿Cuáles son tus próximos trabajos?

Para Cataplum, voy a publicar un título que se llama Una vida moderna, un libro sobre los objetos como la maquina de escribir, el casete y este tipo de cosas que ya un niño moderno le parece arqueología. Estoy trabajando en un libro para la editorial Océano que se llama Unas Personas, se trata de los pequeños logros heroicos que tienen las personas del común en su día o los hechos que les llenaron mucho el corazón. Hace poco terminé una novela sobre la toma del Palacio de Justicia que se llama Viendo el Fuego desde la terraza y que va a publicar Panamericana.

 Nos recomiendas un libro

Recomiendo tres que me gustan: Oliver Button es una nena de Tomie dePaola; Ahora no, Bernardo de David McKee y Gaston de Kelly Dipucchio y Christian Robinson.

El trazo espontáneo de Juan Camilo Mayorga

Las ilustraciones de Mayorga son espontáneas, apenas unos pocos colores para componer el sentido de la imagen y trazos libres, desprevenidos, tranquilos, sin pretensiones técnicas. Así le gusta dibujar. 

Juan Camilo tiene 28 años y es diseñador gráfico de la Universidad Nacional. Después de tomar un curso de ilustración infantil en la universidad decidió aprender a dibujar para estos fines. El destino puso en su camino a Carlos Riaño, uno de sus grandes maestros, dice él, y a quien debe todo lo que sabe sobre los libros álbumes ilustrados. Desde ese momento, se ha dedicado a explorar textos y autores para comprender las narrativas y códigos visuales de estos productos editoriales.

Ciudad roja, por Juan Camilo Mayorga.

¿Cómo fueron tus comienzos en el ámbito de la ilustración?

Juan Camilo Mayorga (J.C.M.): Llegué por azar a la literatura, llegué por la imagen. A través de experimentación técnica me enfoqué en la narrativa y por eso me defino como ilustrador.

¿Cuál fue tu primer proyecto a nivel profesional?

J.C.M.: Mi primer proyecto profesional inició cuando María Fernanda Paz-Castillo, editora de literatura infantil y juvenil de ediciones SM, me contactó para ilustrar una reedición del libro Nicolás aprende los números de Darío Jaramillo. Conocí a María Fernada través del ilustrador Diego Sánchez, conocido como Dipacho, porque trabajamos juntos en la universidad. Este libro, que publicamos en 2012, hizo parte de mi proyecto de grado como diseñado gráfico de la Universidad Nacional.

 

El trazo espontáneo de Juan Camilo Mayorga
Nicolás aprende los números, fue el primer proyecto profesional que ilustró Juan Camilo Mayorga.

¿Ha habido algún trabajo que consideres especialmente importante en tu trayectoria hasta ahora?

J.C.M.: Ilustré un texto que es muy especial para mí. Se llama Los aeropuertos del escritor colombiano Jairo Buitrago y lo publicamos en 2014 con la editorial mexicana Castillo. Allí mezclé la acuarela con la línea y fue el primer libro que hice con él. Desde ese texto mi técnica fue más limpia y precisa. Me gustó porque el libro tuvo una acogida linda por los lectores y marcó la evolución de mis trazos.

El trazo espontáneo de Juan Camilo Mayorga
Los Aeropuertos, Jairo Buitrago.

¿Qué técnicas sueles utilizar?

J.C.M.: He utilizado la acuarela porque me da flexibilidad.  A través de técnicas digitales armo un collage con cada una de las partes que dibujo a mano y compongo la ilustración en el computador para que sea más eficiente el trabajo. Además, antes de definir qué técnica de dibujo voy a utilizar, elaboro un storyboard para tener un mapa mental del ritmo del libro y tener un sentido compositivo con la tipografía que vaya a utilizarse.

¿Cómo es tu proceso creativo para ilustrar las historias?

J.C.M.: El proceso parte de la intuición. En el inicio no me cohíbo de nada, no pienso en resultados o en la técnica. Si hay una imagen latente apenas la tengo me pongo a trabajar a ver que resulta de ahí. Cuando trabajo sobre un texto, lo primero que hago es analizar el storyboard antes de explorar técnica y armar el tejido narrativo con las imágenes. También, para mí, uno de los elementos más importantes en el libro son las guardas, son un espacio narrativo que da inicio y fin a la historia. Los libros que he tenido la posibilidad de ilustrar tienen un tono poético parecido que encaja muy bien con mi trabajo.

¿Cómo fue tu proceso creativo con ¡Qué suerte tengo!?

J.C.M.: En este libro hice bocetos que terminaron siendo las ilustraciones finales. Después de entender el ritmo visual de la historia me gusta que fluya la inspiración y la frescura. Me he ido liberando de pretensiones de perfección con el dibujo. Me gustan más los trazos desprevenidos y tranquilos, sin pretensión técnica y de alguna manera mis dibujos han estado en concordancia con los textos que quiero ilustrar. En este libro hice cosas sutiles como demarcar espacios para diferenciar los espacios en los que está José con su hermano y cuando juega con Carlitos. La doble página que más me gusta es la que está en negro y tiene un texto en braille porque al final el objetivo de una imagen es dar un mensaje con los mínimos elementos.

El trazo espontáneo de Juan Camilo Mayorga
¡Qué suerte tengo! de Lawrence Schimel. Novedad infantil de la editorial Rey Naranjo este año durate la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

¿Qué te sirve cómo fuente de inspiración cuando tienes un bloqueo creativo?

J.C.M.: Es difícil salir del bloqueo, pero siento que nunca he sido de recibir inspiración sino de sentarme a trabajar hasta que algo que funcione.

¿Cuándo ilustras reflejas experiencias personales?

J.C.M.: Sí, siempre. Me gusta dejar mensajes, marcas en mis historias o un interés personal. Por ejemplo, en el libro de Los aeropuertos hay una doble página con una librería y los textos que dibujé en esos estantes son de mi interés. Entre ellos, está el libro de Darío Jaramillo, el primero que hice, un libro de Javier Mariscal, que admiro muchísimo, y un libro de Paul Klee que marco mi gusto por la acuarela. Las imágenes tienen códigos visuales y el que los entiende puede no solo leer el texto sino las ilustraciones.

Además de hacer trabajos como ilustrador y diseñador, ¿trabajas en otros proyectos editoriales?

J.C.M.: Sí, he trabajado en diferentes proyectos editoriales de manera independiente. Entre ellos, con una publicación financiera de Estados Unidos que se llama Plansponsor. La directora de arte, SooJin Buzelli, me contactó para incluir ilustraciones en varios textos de la edición. También trabajé con El Espectador para el proyecto de Colombia 2020, allí ilustré un texto de Beatriz Helena Robledo que se llama La mirada de Yadir.

¿Cuál sería tu proyecto ideal?

J.C.M.: Siempre he querido trabajar en gráfica de entorno. Me gusta el diseño de interiores donde pueda intervenir un espacio con ilustración. Me encantaría trabajar en un proyecto de este tipo para jugar con materiales en espacios tridimensionales para contar una historia o simplemente por el placer de contemplar.

¿Cuáles son tus referentes, lo que te inspira o te influye?

J.C.M.: Javier Mariscal, Saul Steinberg y Tomi Ungerer. Ellos tres son referentes claves para mi trabajo. No tiene pretensiones técnicas, van al grano con lo mínimo de lo visual. Me gusta más esa exploración que el virtuosismo. Para trabajar siempre estoy en estado de contemplación, trato de que las cosas no pasen desapercibidas, soy observador para poder dar con la esencia del objeto y reflejarlo en las historias.

¿Cuál sería el consejo que darías a alguien que se quiera dedicar a la ilustración?

J.C.M.: Les diría que deben trabajar hasta que los dibujos hablen por sí solos y no quedarse solamente en la técnica.

¿Cuáles son tus próximos trabajos?

J.C.M.: Estoy trabajando en un nuevo proyecto con Jairo Buitrago que se llama Unas Personas. Un texto bello sobre momentos de la vida donde cada página funciona de manera independiente.

Nos recomiendas un libro

Recomiendo toda la obra de Oliver Jeffers para los niños, en especial un libro que se llama el Corazón en la Botella. También los libros de Tomi Ungerer y su libro Moon man.

“Los libros son ventanas de experiencias ajenas”, Lawrence Schimel

Lawrence Schimel comenzó a escribir cuando terminó de leer todos los libros que tenía a su alrededor.

Con diez años leía novelas de 300 páginas de fantasía y ciencia ficción. Leyó todo lo que tuvo en casa y en la biblioteca de su escuela. En ese momento, cuando no tenía un libro bajo el brazo decidió escribir sus propias historias. A los 16 años publicó sus primeros relatos. Como era menor de edad sus padres tenían que firmar los contratos. Solo podía hacer tres cosas mientras era menor: escribir, enviar las propuestas y recibir rechazos, “porque rechazan mucho”, dice Schimel.

Lawrence nació en Nueva York en 1971 y vive en Madrid, España desde 1999. Escribe en inglés y español y ha publicado más de 100 títulos y sigue recibiendo rechazos de editoriales “no hay que tomarlo personal, sino encontrar el editor adecuado para el proyecto y eso toma su tiempo”. Y eso fue lo que hizo cuando encontró a la editorial Rey Naranjo para trabajar su proyecto Qué suerte tengo que tardó cuatro años en editarse. Hablamos con él sobre su trabajo creativo y este proyecto que presentó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá y que ilustró el colombiano Juan Camilo Mayorga.

¿Cómo nace ¡Qué suerte tengo! ?

Lawrence Schimel (L.S.) : Quise contar una historia diferente. En vez de decir “oh, qué pena mi hermano es ciego” construí el relato a partir de las ventajas de la discapacidad visual de José. Con esto, me refiero a que tenga buena memoria porque recuerda dónde está todo en la casa o cuando los padres apagan las luces y él en secreto usa la linterna para seguir leyendo.

¿Cuál es la importancia de escribir sobre temas de inclusión en  literatura infantil? 

L.S.: En mis historias pretendo dar otra cara a muchos temas de inclusión que son más un reflejo del mundo actual, que es diverso y plural.  Me di cuenta que en general no producimos textos para niños que reflejen estas realidades. Para mi los libros sirven primero como espejo, es decir, todos necesitamos vernos reflejados en la cultura y cuando no te encuentras es negativo para el autoestima como para las personas que no te reconocen. Pero también, los libros son una ventana porque acercan a los lectores a experiencias ajenas, ayudan a crear empatía y a reconocer las conexiones.

Te importa hablar de la inclusión porque somos un mundo diverso, ¿existe alguna experiencia personal que te motive a escribir sobre estos temas?

L.S.: No, no tengo una experiencia personal. Por ejemplo, con ¡Qué suerte tengo! en concreto no tengo familiar ni nadie ciego en mi circulo personal, por eso no surge de una necesidad. Es un libro que tiene ambas características de ser espejo y ventana. No es un libro que escribo desde esa experiencia personal, pero identifico la laguna de esas experiencias y escribo un libro para contrarrestar eso.

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¿Cuál fue la ventana que abriste, por ejemplo, con tu libro Somos Iguales

L.S.: Somos Iguales, es un libro que surgió porque me di cuenta que todos los libros sobre niños adoptados solo versan sobre el momento de la adopción y luego desaparecen de la cultura, no hay niños adoptados en otras historias. Entonces esos libros son más espejo que ventana y los padres, no suelen comprarlos, o los maestros, leerlos. Por eso, me pareció importante abrir la ventana al mostrar a los lectores que estas familias son simplemente familias. En el libro nunca dicen que Kwame es adoptado o que por su color de piel sea diferente. Simplemente este personaje ser como sus padres y su hermano porque usan gafas así no tenga problemas de visión.

Y, ¿cómo escribir sobre temas de inclusión sin caer en el error de ser solo espejos?

L.S.: El tema del libro es el sustrato de la historia. Lo más importante es que las ilustraciones reflejen el mundo multicultural implicito en la historia y que se integren los dibujos con la escritura. Cuando se escribe sobre temas de inclusión ocurren varias cosas. Entre ellas, que la temática es el único motor de la historia. Por ejemplo, solo importa si el personaje es ciego y la historia versa sobre la ceguera. En segundo lugar, cuando pretenden crear diversidad familiar, muchas veces no existe tal. Los modelos de familia en la literatura infantil todavía tiene un vacío en esa representación femenina como las madres solteras. En tercer lugar, los prejuicios se manifestan pasiva y activamente. Los niños simplemente viven en el mundo y solo aprenden los prejuicios cuando un adulto les dice algo o les llama la atención. Particularmente, en temas de inclusión, uno de los pecados es ser dogmáticos o pedagógicos, en vez de contar una historia que tiene como trasfondo el tejido social del mundo en que vivimos y que los niños reconocen.

¿Cómo es tu proceso para crear estas historias?  

L.S.: Yo suelo escribir muy rápido, después de un tiempo de pensamiento. Así que muchas veces dejo ideas en reposo o una inquietud. El reto en escribir para niños es hacer accesible sus referencias. Yo creo que uno puede escribir sobre cualquier tema del mundo para jóvenes o adultos, porque ellos viven también en el mundo y no podemos subestimar su inteligencia. Ellos saben qué pasa, reconocen el sexo, la guerra, el conflicto armado y finalmente las noticas están en todas partes. Sería una equivocación no darles la información, lo más nocivo para cualquier persona es la ignorancia. Lo más importante al momento de pensar en escribir para niños es contar una historia divertida que los enganche y que respete su inteligencia.

Entonces, ¿escribir para niños es diferente de escribir para un lector adulto? 

L.S.: Un libro álbum ilustrado, que es el tipo de libro infantil que yo escribo, es distinto a la literatura juvenil o young adult. Este tipo de textos son perfectos cuando los jóvenes tienen poder adquisitivo para elegir los libros que quieren leer y leen cosas muy diversas. Pero cuando eres un niño, son los adultos, las editoriales y las bibliotecas quienes deciden qué comprar, publicar y tener disponible en sus estantes. Por eso existen barreras para que un libro llegue a cierto público. Con un libro álbum hay una doble lectura, un lector joven y un prelector leyendo con un adulto. Así, tienes un adulto leyendo el libro y el niño. Un álbum ilustrado, aunque oficialmente es para niños, el adulto es más participe de la historia al leerlo.

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¿Por qué es clave el apoyo de las editoriales independientes para publicar este tipo de contenidos?

L.S.: La mayoría de veces los temas de inclusión se publican en editoriales independientes porque abogan por esos temas de una manera que muchas de las editoriales comerciales piensan que son solo espejos. Es decir, solo para ese público reflejado y  piensan que no son ventanas para que más lectores puedan abrir y reconocerse.

¡Qué suerte tengo!, es un buen ejemplo. Yo entregué el texto a los editores de Rey Naranjo y tardamos cuatro años hasta que el libro se publicó. Durante ese tiempo  nuestra misión era encontrar el ilustrador correcto. Juan Camilo Mayorga, el ilustrador, logró una narrativa visual genial que hace del libro un gran álbum ilustrado porque se pude leer el texto o la ilustración independiente.

¿Qué consejos darías a los padres para leerle a sus hijos? 

L.S.: Primero, les diría que la lectura no solo es una actividad para hacer justo antes de dormir. Está bien generar el hábito, pero la sociedad en la que vivimos no valora la lectura, no hay modelos de que la lectura es sexy o divertida. Por eso, es importante que los niños vean a sus padres disfrutando de la lectura y de esa manera compartir la lectura con los prequeños. Segúndo, es importante generar la hora del cuento con prelectores desde muy pequeños para que ellos aprendan a pasar la página y conozcan el ritmo de la lectura.

¿En qué proyecto estás trabajando ahora?

L.S.: Este año estoy trabajando una historia sobre el cambio generacional de padres analfabetos a hijos que han aprendido a leer. Lo voy a publicar con una editorial de Brasil. De momento se va a llamar Buenas noticias o malas y es un álbum ilustrado.

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